lunes, 3 de diciembre de 2012

Otras mentiras de Rajoy


IGNACIO ESCOLAR



El Periódico/El diario.es








¿Cuánto vale la palabra de Mariano Rajoy? ¿A qué precio cotiza su credibilidad, incapaz no ya de cumplir lo que prometió durante la oposición sino incluso lo que dijo apenas unas semanas atrás? El Gobierno subió el IRPF y dijo que era para no subir el IVA. Después subió el IVA, podó el gasto social y eliminó una paga a los funcionarios, y explicó que era para no tocar las pensiones. Ahora recorta las pensiones y la culpa es de «la mala situación económica», de la herencia recibida, del árbitro, del empedrado¿ de cualquier cosa menos de su mala gestión en este año en el que todo ha ido a peor. Al menos ya no justifica el recorte con otra falsa promesa, probablemente porque ya nadie le cree y porque tampoco queda mucho más por incumplir.
El modelo que ha buscado Rajoy para rebajar las pensiones -que es de lo que hablamos, porque subirlas por debajo de la inflación es bajarlas- tiene su trampa: está diseñado de tal forma que parece, solo parece, que es un tijeretazo algo menos duro del que hizo Zapatero en mayo del 2010. Las pensiones subirán el año que viene un 1% o un 2% en el caso de las más bajas. La trampa está en que la congelación, en la práctica, es por dos años: el 2012 y el 2013. Al cancelarse la paga compensatoria de enero por la subida del IPC, ya se están recortando de golpe unos 2.200 millones de euros a los pensionistas; habría sido aún más dinero, de no ser por la ayuda de las petroleras al Gobierno para rebajar el IPC este mes. Además, el año que viene las pensiones estarán otra vez por debajo de la inflación, por lo que el hachazo para el poder adquisitivo de los pensionistas entre los dos ejercicios probablemente superará los 3.500 millones, dependiendo de cómo vaya el IPC. Por comparar, el tajo a las pensiones de Zapatero fue de 1.800 millones.

La fecha en que se anuncia este tijeretazo no es inocente. Nos toman el pelo, una vez más. No es casualidad que esta mentira se desvele menos de una semana después de cerradas las urnas, cuando catalanes, gallegos y vascos han terminado de votar. El Gobierno sabía desde hace meses que no iba a cumplir con su palabra de mantener las pensiones. En los Presupuestos ya no estaba prevista esta partida; la novedad de esta semana no es el recorte en sí, sino el anuncio formal. Era evidente incluso cuando Montoro presumía de que eran «los Presupuestos más sociales de la historia de España»; o cuando Rajoy decía que había dado la orden de «no perjudicar en ninguna manera a los pensionistas», o cuando Sáenz de Santamaría aseguraba, contundente y sin pestañear, que la congelación de las pensiones no estaba encima de la mesa del Gobierno. Tenía razón: el recorte a los pensionistas estaba escondido en un cajón.

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