miércoles, 4 de agosto de 2010

Del Soriagate al Bragagate del PP

RAFAEL GONZALEZ MORERA
Cuando escuché las declaraciones de Manuel Fernández, secretario general del Partido Popular de Canarias sobre el escándalo de la presunta financiación ilegal del partido conservador, no les voy a decir que me quedé asombrado, porque a mi personalmente toda la porquería del PP no me sorprende nada, pero si les puedo asegurar que me cogí un cabreo del quince. Otro más. Ya sé que no vale la pena enfadarse por quisicosas de la política, pero que quieren, todavía a estas alturas no lo puedo remediar. Manuel Fernández, con el cinismo que le ha caracterizado alternar en una trilogía dantesca, el ser dirigente del PP, diputado autonómico y con responsabilidades en las comisiones de Turismo, y además asesor en Anfi Tauro con Byorg Lyng (qepd), no sólo no explicaba en las declaraciones que hizo a la cadena SER sobre las facturas falsas del PP de Tenerife todo el entramado montado presuntamente por Cristina Tavío a golpe de braga, sino que asustaba prácticamente a los ciudadanos honrados que le estaban escuchando.
El Partido Popular, que no hace sino decir mentiras, culpa a jueces, policías y periodistas de toda la porquería que se denuncia y les cae encima, pero como ocurrió en el caso Gürtel, en este caso bragagate quién primero lo destapó fue el extesorero del Partido Popular en Tenerife, Luis Villegas, ya fallecido, quién en noviembre de 2008 denunció las irregularidades cometidas por Cristina Tavío por presentación de facturas falsas, y por eso fue cesado de su cargo en el partido y perdió su puesto en el Ayuntamiento de Santa Cruz, por clara venganza de la Tavio. En el informe de Luis Villegas se decía entre otras lindezas que pone a Cristina Tavio a los pies de los caballos que “dispuso a su libre albedrio los fondos aportados por los afiliados y los cargos públicos, sin permitir el más mínimo control por parte de los órganos fiscalizadores establecidos para tal fin”.
A partir de todos estos hechos, lo más relevante del asunto/trasunto ha sido el nerviosismo de Cristina Tavió, que como siempre hace la muchachada del PP arremetió contra Radio Club Tenerife (SER), y en general contra todo periodista que osara tocar el Bragagate, y luego como remate de las salidas de tono de la Tavio, el culmen del cinismo lo puso Soria diciendo que ”había sido un error, y que no se debe volver a cometer”. Lo cierto es que en pleno ferragosto al Partido Popular le sale otro lio mayúsculo, y la madeja va creciendo porque de nuevo las torres del Canódromo se han vuelto a poner de actualidad, y de momento las conclusiones provisionales de la Comisión de Investigación del Canódromo entiende que la actuación del gobierno municipal dirigido por Soria pone de manifiesto el escaso interés en la defensa de los intereses generales, y critica la actitud soberbia del gobierno del Partido Popular.
Entre el salmón de Noruega, los antiguos cigarrillos de “La Favorita”, los boros de Isolux, el chalet de Esquivel, los vientos eólicos y los faycanes de Telde, el soriagate se extiende como una mancha de aceite imparable que ya se asemeja a la catástrofe interpretada por la BP en Lousiana. O del chapapote de Alvarez Cascos en Galicia. Al fin y al cabo, todo una mierda.

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