viernes, 12 de agosto de 2011

El fútbol español, a la huelga

RAFAEL GONZÁLEZ MORERA




La patronal del fútbol español, la Liga de Fútbol Profesional (LFP), se ha ganado a pulso la convocatoria de huelga para las dos primeras jornadas de la próxima competición liguera si de aquí al 20 de agosto no hay un acuerdo con la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE). La LFP que preside José Luis Astiazarán Uribe (San Sebastían, 1963) afirma que no hay razones para ir a la huelga, pero los futbolistas ponen encima de la mesa argumentos poderosos. No están pidiendo más dinero, sino simplemente que se les paguen los atrasos. Ahora mismo los clubes adeudan a más de trescientos futbolistas casi sesenta millones de euros, y la deuda del fútbol español con Hacienda, la Seguridad Social, y otros acreedores asciende a 4.000 millones de euros. El fútbol español está realmente en quiebra técnica, y sólo la “manga ancha” y el mirar para otro lado de los distintos Gobierno españoles les permite seguir camino del abismo de una forma lenta y agónica. La Ley Concursal aplicada al fútbol es una trampa de grandes dimensiones. Si un club sociedad anónima entra en la Ley Concursal, sólo tiene que pagar el cincuenta por ciento de lo que les adeuda a los jugadores, y evita además el descenso de categoría.

Claro que todo esto significa una competencia desleal, porque los clubes que son serios y no hacen fichajes de locura, posiblemente no salvan la categoría al no reforzarse, y otros que se entrampan hasta el cuello pueden conseguir mejores resultados, pero después para estos viene la segunda parte, la crisis económica, la deuda enorme con la plantilla, y situaciones como las que han atravesado esta última temporada Rayo Vallecano, Real Zaragoza, Racing de Santander, Levante, y otros clubes, en los que sus jugadores se han pasado meses sin cobrar un euro. El caso del Rayo Vallecano, que encima ascendió a Primera División, puede que sea el más sangrante de los citados, con la familia de Ruiz Mateos como interpretes del caos económico del conjunto de Vallecas.

El problema para un club mediano de Primera División puede ser realmente peligroso si tiene un consejo de administración que quiera arriesgar en un presupuesto imaginario, hipotético. Primero se ficha a jugadores de alta cotización, luego se hace un presupuesto contando con la clasificación para la Liga de Campeones, lo que te daría unos ingresos entre seis y ciento sesenta millones de euros (todo en el aire), y mientras estos objetivos llegan (o no), se piden créditos a bancos, a las cajas de la comunidad autónoma, se hacen recalificaciones con la “ayuda” de los ayuntamientos, se piden quitas a los acreedores, hasta que llega un día que los gastos salariales superan con creces a los ingresos previstos que no llegan porque no se alcanza la Champions League, o cualquier otro objetivo jugoso, y llega el desastre económico. Solución, el refugio de la Ley Concursal, la gran trampa para evitar responsabilidades.

Un dirigente del fútbol español le contaba hace poco al presidente de la Real Federación Española de Futbol, José María Villar, que “si no me entrampo y desciendo a Segunda División, me matan. Si hago las cosas bien desde un punto de vista contable puede ser mi entierro. Sí, es un círculo vicioso, pero es nuestro círculo”. Una de las claves de la gran injusticia del fútbol español es que no hay sanciones para clubes morosos, no hay castigos deportivos para quienes incumplen incluso lo pactado. En las grandes ligas europeas, Inglaterra, Alemania, Italia, hay controles económicos, en Inglaterra incluso a principios de temporada se les señala a los clubes los límites de inversiones para poder fichar nuevos jugadores. Ahora mismo Arsene Wenger, entrenador del Arsenal, está esperando los dineros del Barcelona por Cesc Fábregas, para poder fichar a un sustituto, porque Arsenal está al límite de sus posibilidades de fichajes. La temporada pasada al West Ham londinense, también de la Premier League, la Comisión de Control de Inversiones de la Federación Inglesa le señaló un máximo de trescientas mil libras esterlinas para invertir en fichajes. Eso de momento en España suena a chino mandarin, y no hay ningún organismo que haga esas funciones, ni siquiera el Consejo Superior de Deportes. En cuanto a las sanciones deportivas, incluso de descensos, en España también serían impensables casos como el de la Juventus de Turin, descendida a Segunda División hace tres temporadas, o el del Milan, al que sancionaron con doce puntos hace también pocos años Y eso que los italianos también son latinos, como los hispanos. En España el problema suscitado por Celta y Sevilla en 1995, y que tenían que ser descendidos, se arregló aumentando la Primera División a 22 equipos. Y todos tan contentos, con el consiguiente problema estructural y de fechas, con una Primera División sobredimensionada.

Estoy convencido de que mientras no haya un mayor control económico y deportivo en el fútbol español, incluso con sanciones justas y que se cumplan, la bola de nieve de las deudas seguirá creciendo. Ahora, al ver a figuras nacionales como Casillas, Pujol, Llorente, y otros jugadores de primer relieve al lado del presidente de la AFE, Luis Manuel Rubiales, me parece que la huelga va en serio sino se llega a un acuerdo. Y es que no hay sólo jugadores multimillonarios, los hay como los del Rayo Vallecano que ni siquiera podían comprar en el supermercado de la esquina. Lo gratamente sorprendentes es que figuras como Casillas, Pujol, etc, tengan solidaridad con sus compañeros más modestos. Chapó.

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