viernes, 15 de octubre de 2010

El recibo asesino o la odisea del tonto inerte

MANOLO MARTÍN
En el país del pitorreo y encima del pagador me meo, existe una laguna jurídica que pasa de lo aberrante a lo espeluznante cuando de pagar a las eléctricas se trata.
¡"Enresulta" que! hace meses, muchos meses, demasiados meses, nos cayó una losa o lápida encima a instancias del cobro de los recibitos de la luz cuando las eléctricas decidieron con el beneplácito gubernamental lo de facturarnos cada mes con el rollete de la lectura bimensual a costa de meternos un estimado de consumo a resultas del cual se nos ha incrementado por artes milagrosos dicho consumo al punto de pagar (al menos en mi caso) bastante más de lo que pagaba hace aproximadamente un año.
El truquito está en qué antes te cobraban cada dos meses una cantidad determinada tras la correspondiente lectura de tu contador y ahora lo hacen mensualmente con un incremento brutal y la vista fijada en que como somos tontos inertes, no vamos a notar tal dislate apoyándose en el incremento del precio energético.
Y van y sacan los beneficios del primer semestre del año. Nada, una tontería de 2100 millones, ¡vamos! una fruslería porque en tiempos de crisis, los tontos inertes tenemos que mantener bien alto el mastil de ganancias de los chupasangres porque las crisis están hechas para los sufridores y no para los mercaderes que aún reclaman más subidas porque se tambalea su sostenibilidad y ello implica ya mismo, dar como real, una nueva subida por encima del 4%. Claro qué, han bajado sus beneficios comparándolos con el mismo periodo del pasado año un 6% aproximadamente y eso señores ¡no puede ser!
Pues nada, que agarro mis recibitos y me voy a una de esas oficinas de distrito que pone la eléctrica que nos ha tocado en suerte y que nos sorbe un buen pellizco del sueldo para protestar o al menos para que me expliquen el proceso (Kafkiano) ese del consumo estimado y tras larga espera con mi numerito de turno en la mano, me recibe un señor muy amable que me da las buenas horas y me pide que le explique cual es mi problema.
Verá usted, le digo. Pasa qué creo que me están clavando en el recibo de la luz y qué estoy pagando muchísimo más de lo que consumo a causa de un truculento y programado ensayo engañabobos perpetrado por su compañía y quiero qué me revisen los recibos porque ando mosqueado por el incremento irracional de los mismos.
Me contesta con la misma amabilidad con la qué me recibió con las siguientes palabras, una más una menos. Verá usted, señor; Nosotros no somos la compañía qué le facturamos y cobramos sus recibos de la luz, nosotros somos una compañía subcontratada qué ofrecemos a dicha compañía unos servicios determinados y qué en estos temas estamos atados de pies y manos. ¡Cáspita! ¿como? ¿que la compañía que nos provee de luz tiene oficinas en cada distrito con representación ajena y sin poderes de decisión sobre las demandas de sus usuarios en cuestiones de abusos? ¿No cree usted qué esto es muy parecido a los servicios de internet o telefonía qué solo estan para cursar altas y que si usted tiene problemas tiene qué llamar a la península a un 902 y sufrir las inclemencias de un contestador automático qué le pregunta que diga con claridad que servicio desea reclamar y qué pregunte usted lo qué pregunte, siempre le dice que no ha entendido su pregunta? ¿en qué mierda de país tercermundista vivimos?
Y viene lo mejor. Este amable señor al qué no culpo en absoluto de nada, me da un consejo qué tacho de surrealista pero qué tomo muy en serio al ver que mis posibilidades se reducen a qué a través de la burocracia y de nuestra propia comodidad, si no nos movemos nosotros mismos, lo vamos a tener muy crudo.
Me dice el susodicho, qué el día 20 de cada mes mire yo mismo la lectura de mi contador y les lleve a ellos a dicha lectura para qué se hagan las rectificaciones pertinentes.
¿Cada mes? ¿llevárles mis lecturas de contador? ¿querrá convertirme en empleado la eléctrica qué me provee la electricidad de mi casa? ¿me pagarán por ello o solo me recompensarán bajándome el recibo del consumo? Desde luego se ha perdido la vergüenza en un país en el que cada día vemos qué eso que llaman defensa del consumidor es un título más puesto para qué nos sintamos como simios que se pelean por agarrar un plátano caido del camión de los despropósitos. Nos ponen trabas para todo menos para qué paguemos nuestros impuestos para los cuales si tienen eficientes oficinas las cuales si te retrasas en los pagos, resuelven de inmediato el problema cangándote un tanto por ciento ineludible y persiguiéndote hasta que te bajes los calzoncillos incluidas las amenacitas de embargo.
Siempre nos quedará aquello de rezar aunque seamos más ateos que Satanás.

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