jueves, 2 de septiembre de 2010

El catastrazo infernal o la pedrada diabólica

MANOLO MARTÍN

Amanece un dia 30 de Agosto con un calor de esos que notas como si te fueras a quedar pegado a una pared si te apoyas y ¡coooño! de pronto te da por abrir el buzón y es como si hubieses abierto uno de esos frigoríficos industriales del muelle, de esos donde guardan las toneladas de pescado y que te deja mas frio que si estuvieras en la punta del Teide un mes de Enero de madrugada.
Pues nada, que me da por abrir el susodicho y me encuentro las amables cartas que te manda el ayuntamiento por estas fechas. ¡No! nada de felicitarte las navidades anticipadas, ni fotos dedicadas del sr. Saavedra con arquitectos, ingenieros y autoridades al pié de la playa de la Laja hablando de no se que bicho de la peli Avatar que quieren instalar en forma de estatua y acondicionamientos del lugar como espacio lúdico festivo para los pobres a modo de emocionante adelanto de campaña electoral y bla bla bla. ¡Vamos! como se hizo hace milenios con el proyecto del enorme parque de la música del Rincón con expropiaciones incluidas y que quedó para que los lagartos del barranco puedan seguir disfrutando de nuestro generoso clima. Eso sí, sin escuchar música ni de lejos para no perturbar su descanso bajo el sol.
No señores, no era nada tan ajustado a la fantasía a la que nos tienen acostumbrados los políticos de turno. Era una realidad, una realidad gore, horrorosa, una realidad de esas que te deja tieso recién llegadito de las vacaciones con disposición a gastar los últimos cuatro cuartos en la vestimenta y libros de los crios, una realidad que vuelve la cuesta de Septiembre en poco menos que una escalada al Everest, una realidad que te devuelve de inmediato a la realidad del stress como si te hubiesen dado una pedrada diabólica en medio de la frente y te dejan sin ganas de hablar de lo bien que lo pasaste en vacaciones.
Eran las cartas del catastrazo infernal. Dos sobrecitos conteniendo el importe del pago del impuesto sobre bienes inmuebles, pisito y plaza de garaje y hasta ahí, nada fuera de lo normal, salvo que viene (en mi caso) con una subida de nada menos que el 40%... ¿¡Un 40%!? Así, en frio, sin aviso para que te duela menos y te des cuenta de como las arcas del ayuntamiento tienen mas telarañas que un sótano y que como siempre, la mala, la nefasta gestión de los dineros, se nos vuelve a nosotros una mala digestión mientras soñamos diligentemente en poder bañarnos en las piscinas de la Laja a la vez que miramos al bicho de bronce y eso si antes la señora de la guadaña tiene el mal gusto de no respetar que lleguemos a los 100 años para poder verlo.
¿Que será lo próximo? ¿subirnos cualquier impuesto el 5% que se bajaron ellos del sueldo?
¡HAY QUE JODERSE!

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