viernes, 18 de mayo de 2012

El euro, bajo las ruinas griegas

La Vanguardia
Tras las fallidas elecciones del 6 de mayo, el pueblo heleno ha sido de nuevo convocado a las urnas el 17 de junio para decidir no sólo la formación de un nuevo Gobierno, sino también el futuro de Grecia en Europa y del propio euro. Hasta esa fecha, los griegos vivirán el avance de una posible vida extramuros, mientras el club de la moneda única tratará de hallar una respuesta conjunta -aún inexistente- ante una crisis seguida de cerca por los mercados: es el primer referéndum sobre el euro.

Ahora mismo, los líderes griegos no son muy explícitos sobre sus intenciones, probablemente para no alentar aún más la grave huida de capitales que sufren. La pérdida de depósitos indica que, en caso de salida del euro, no sólo perderían el respaldo financiero externo, sino incluso el propio dinero griego. No sería, por ello, excluible alguna forma de corralito en el ínterin para evitar una descapitalización general, aunque el malestar que ocasionaría podría provocar una reclamación de orden. Quizá por ello, las preferencias de los electores están en pleno baile y mutación. Ayer, las encuestas revelaban que la formación conservadora Nueva Democracia, con un 23% de apoyo, era la favorita, desbancando a Alexis Tsipras, líder de la coalición Syriza (21%), que, aun cuando se muestra favorable a continuar en el euro, exige la renegociación del plan de ajuste impuesto por la troika (Comisión Europea, FMI, BCE) y aprobado por Atenas a cambio de dos planes de ayuda por valor de 240.000 millones y una reestructuración aceptada por los acreedores privados que supuso la eliminación de otros 100.000 millones de deuda. En total 340.000 millones de deuda. Pero recién acordado el segundo paquete de ayuda en marzo, el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, ya advertía que ahí no acababa la historia. En el 2012, la deuda griega rondará el 200% del PIB, que caerá este año cerca de un 5%, según las previsiones. Es decir, para los mercados Grecia es un país en estado de ruina y bajo los escombros es normal que bullan las dudas.

Ciertamente, en el plan de ajuste hay medidas impopulares, como los recortes de salarios y pensiones, o el despido de 100.000 funcionarios, en un contexto de clara depresión económica y una tasa de paro del 21%. Grecia es un caso de muy difícil solución, pero ¿hay margen para la renegociación? Quizá sí, aunque esta cuestión divide a los gobiernos europeos. España considera un error la salida de Grecia del euro, como Bélgica o Irlanda. Por el contrario, Holanda y Austria piensan que Atenas ha agotado la paciencia de sus socios. Alemania está en un punto medio: por un lado exige una política económica creíble, pero al mismo tiempo se muestra dispuesta a hablar de inversiones en ese país. En la reunión entre Angela Merkel y François Hollande, ambos hablaron de ofrecer crecimiento a Grecia. Habrá, por lo tanto, un apoyo, probablemente una flexibilización del ajuste, aun cuando el grado que alcance dependerá del nivel de consenso que se logre.

Pero, a su vez, Grecia debe evitar cualquier amenaza a Europa -como ha intentado Tsipras- sobre la base de contaminar con su posible corralito a los países periféricos. En todo caso, tras esta experiencia el euro será diferente. La Francia partidaria del crecimiento puede hacer alianzas diplomáticas con los nuevos poderes griegos. Y un nuevo núcleo duro a su vez puede formarse a partir de países fiables, entre los que puede estar España. Todo es muy fluido ahora.

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