viernes, 9 de abril de 2010

El vino, una víctima de la política

A mi gusto

ALFREDO MARTIN AMADOR

ABC

El futuro del vino canario está en peligro. Y no es porque no se produzca lo suficiente, sino porque no se vende, o mejor dicho, no se compra. Así lo han manifestado distintos responsables políticos de las administraciones canarias, quienes piden a los consumidores que salven al sector, «tan importante para nuestro paisaje y cultura». Según las estadísticas, de los 23,3 millones de litros de vino que se venden en Tenerife, sólo el 14 por ciento son de la isla, cifra que aún fue peor entre septiembre y octubre de 2007, pues no se llegó al 10 por ciento.
Los vinos canarios han mejorado enormemente en la última década. Es una realidad palpable. Si hace unos veinte años compartíamos la opinión de que los vinos de Icod, Tacoronte, La Victoria o Santa Úrsula tenían siempre los mismos defectos: olor a lías, acidez volátil alta, mala utilización del sulfuroso o la manía del encabezado. Si esto era malo, aún era peor que los elaboradores creyendo en la bondad de sus vinos asimilaran estos defectos a la tipicidad de la zona. Este era uno de los lastres que impedían mejorar su calidad. Afortunadamente, esto ha ido cambiando.
Que Canarias, tiene unas condiciones verdaderamente complicadas para el cultivo de la viña no es nuevo. Sabíamos que la configuración del terreno, las pendientes muy pronunciadas, la intensidad de los vientos, la segregación, el arraigo de una cultura de agricultura de subsistencia, el minifundismo, originan problemas y costes de producción elevados.
Pero lo más sorprendente, es que con todas esas grandes dificultades, la administración autonómica y sus distintos gobiernos no concentrara esfuerzos e inversiones, unieran voluntades en vez de dividir, cuando decidió apostar por el sector vitivinícola. Nunca entendí su hoja de ruta, su plan para otorgar las denominaciones de origen (DO). ¿Por que razón no fue Lanzarote la primera DO vinícola de Canarias? Quizás en decisiones de ese tipo, tengan parte de respuesta a que las ventas de los vinos de Tenerife sean ridículas en Lanzarote o La Palma.
Desgraciadamente, las bodegas no tienen culpa de la instrumentalización que hace la política, pero sufren las consecuencias. Tampoco parece un ejemplo de buen uso de los recursos crear diez DO para 19.000 hectáreas de extensión. Quizás sea momento de reflexionar, si tanta subvención, intervención y proteccionismo no es lo que ha llevado a que en la actualidad la oferta sea superior a la demanda y a que la cantidad prime sobre la calidad.

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