domingo, 10 de noviembre de 2013

EL MUNDO SE LIBERA DE EEUU

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NOAM CHOMSKY

Durante el más reciente episodio de la farsa de Washington que ha dejado atónito al mundo, un comentarista chino escribió que si Estados Unidos no puede ser un miembro responsable del sistema mundial, tal vez el mundo deba separarse del Estado rufián que es la potencia militar reinante, pero que pierde credibilidad en otros terrenos.
La fuente inmediata de la debacle de Washington fue el brusco viraje a la derecha que ha dado la clase política. En el pasado se ha descrito a Estados Unidos con cierto sarcasmo, pero no sin exactitud, como un Estado de un solo partido: el partido empresarial, con dos facciones llamadas republicanos y demócratas.
Ya no es así. Sigue siendo un Estado de un solo partido, pero ahora tiene una sola facción, los republicanos moderados, ahora llamados nuevos demócratas (como la coalición en el Congreso ha dado en designarse): existe una organización republicana, pero hace mucho tiempo que abandonó cualquier pretensión de ser un partido parlamentario normal. El comentarista conservador Norman Ornstein, del Instituto Estadunidense de Empresa, describe a los republicanos actuales como una insurgencia radical, ideológicamente extremista, que se burla de los hechos y de los acuerdos, y desprecia la legitimidad de su oposición política: un grave peligro para la sociedad.
El partido está en servicio permanente para los muy ricos y el sector corporativo. Como no se pueden obtener votos con esa plataforma, se ha visto obligado a movilizar sectores de la sociedad que son extremistas, según las normas mundiales. La locura es la nueva norma entre los miembros del Tea Party y un montón de otras agrupaciones informales.
El establishment republicano y sus patrocinadores empresariales habían esperado usar esos grupos como ariete en el asalto neoliberal contra la población, para privatizar, desregular y poner límites al gobierno, reteniendo a la vez aquellas partes que sirven a la riqueza, como las fuerzas armadas.
Ha tenido cierto éxito, pero ahora descubre con horror que ya no puede controlar a sus bases. De este modo, el impacto en la sociedad del país se vuelve mucho más severo. Ejemplo de ello es la reacción violenta contra la Ley de Atención Médica Accesible y el cierre virtual del gobierno.
La observación del comentarista chino no es del todo novedosa. En 1999, el analista político Samuel P. Huntington advirtió que para gran parte del mundo Estados Unidos se convertía en la superpotencia rufiana, y se le veía como la principal amenaza externa a las sociedades.
En los primeros meses del periodo presidencial de George Bush, Robert Jervis, presidente de la Asociación Estadunidense de Ciencia Política, advirtió quea los ojos de gran parte del mundo el primer Estado rufián hoy día es Estados Unidos. Tanto Huntington como Jervis advirtieron que tal curso es imprudente. Las consecuencias para Estados Unidos pueden ser dañinas.
En el número más reciente de Foreign Affairs, la revista líder del establishment, David Kaye examina un aspecto de la forma en que Washington se aparta del mundo: el rechazo de los tratados multilaterales como si fuera un deporte. Explica que algunos tratados son rechazados de plano, como cuando el Senado votó contra la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidades en 2012 y el Tratado Integral de Prohibición de Ensayos Nucleares en 1999.
Otros son desechados por inacción, entre ellos los referentes a temas como derechos laborales, económicos o culturales, especies en peligro, contaminación, conflictos armados, conservación de la paz, armas nucleares, derecho del mar y discriminación contra las mujeres.
El rechazo a las obligaciones internacionales, escribe Kaye, se ha vuelto tan arraigado que los gobiernos extranjeros ya no esperan la ratificación de Washington o su plena participación en las instituciones creadas por los tratados. El mundo sigue adelante, las leyes se hacen en otras partes, con participación limitada (si acaso) de Estados Unidos.
Aunque no es nueva, la práctica se ha vuelto más acentuada en años recientes, junto con la silenciosa aceptación dentro del país de la doctrina de que Estados Unidos tiene todo el derecho de actuar como Estado rufián.
Por poner un ejemplo típico, hace unas semanas fuerzas especiales de Estados Unidos raptaron a un sospechoso, Abú Anas Libi, de las calles de Trípoli, capital de Libia, y lo llevaron a un barco para interrogarlo sin permitirle tener un abogado ni respetar sus derechos. El secretario de Estado John Kerry informó a la prensa que esa acción era legal porque cumplía con las leyes estadunidenses, sin que se produjeran comentarios.
Los principios solo son valiosos si son universales. Las reacciones serían un tanto diferentes, inútil es decirlo, si fuerzas especiales cubanas secuestraran al prominente terrorista Luis Posada Carriles en Miami y lo llevaran a la isla para interrogarlo y juzgarlo conforme a las leyes cubanas.
Sólo los estados rufianes pueden cometer tales actos. Con más exactitud, el único Estado rufián que tiene el poder suficiente para actuar con impunidad, en años recientes, para realizar agresiones a su arbitrio, para sembrar el terror en grandes regiones del mundo con ataques de drones y mucho más. Y para desafiar al mundo en otras formas, por ejemplo con el persistente embargo contra Cuba pese a la oposición del mundo entero, fuera de Israel, que votó junto con su protector cuando Naciones Unidas condenó el bloqueo (188-2) en octubre pasado.
Piense el mundo lo que piense, las acciones estadunidenses son legítimas porque así lo decimos nosotros. El principio fue enunciado por el eminente estadista Dean Acheson en 1962, cuando instruyó a la Sociedad Estadunidense de Derecho Internacional de que no existe ningún impedimento legal cuando Estados Unidos responde a un desafío a su poder, posición y prestigio.
Cuba cometió un crimen cuando respondió a una invasión estadunidense y luego tuvo la audacia de sobrevivir a un asalto orquestado para llevar los terrores de la Tierra a la isla, en palabras de Arthur Schlesinger, asesor de Kennedy e historiador.
Cuando Estados Unidos logró su independencia, buscó unirse a la comunidad internacional de su tiempo. Por eso la Declaración de Independencia empieza expresando preocupación por el respeto decente por las opiniones de la humanidad.
Un elemento crucial fue la evolución de una confederación desordenada en una nación unificada, digna de celebrar tratados, según la frase de la historiadora diplomática Eliga H. Gould, que observaba las convenciones del orden europeo. Al obtener ese estatus, la nueva nación también ganó el derecho de actuar como lo deseaba en el ámbito interno. Por eso pudo proceder a librarse de su población indígena y expandir la esclavitud, institución tan odiosa que no podía ser tolerada en Inglaterra, como decretó el distinguido jurista William Murray en 1772. La avanzada ley inglesa fue un factor que impulsó a la sociedad propietaria de esclavos a ponerse fuera de su alcance.
Ser una nación digna de celebrar tratados confería, pues, múltiples ventajas: reconocimiento extranjero y la libertad de actuar sin interferencia dentro de su territorio. Y el poder hegemónico ofrece la oportunidad de volverse un Estado rufián, que desafía libremente el derecho internacional mientras enfrenta creciente resistencia en el exterior y contribuye a su propia decadencia por las heridas que se inflige a sí mismo.
El libro más reciente de Noam Chomsky es Power Systems: Conversations on Global Democratic Uprisings and the New Challenges to U.S. Empire. Interviews with David Barsamian (Conversaciones sobre levantamientos democráticos en el mundo y los nuevos desafíos al imperio de Estados Unidos). Chomsky es profesor emérito de lingüística y filosofía en el Instituto Tecnológico de Massachusetts en Cambridge, Mass., EU. (c) 2013, Noam Chomsky Distributed by The New York Times Syndicate.

Los socialismos español y catalán son históricamente distintos

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Los últimos desencuentros entre el PSC y el PSOE dan cuenta de una difícil relación que no viene de ahora, sino que se remonta a la aparición del socialismo en España.



Los últimos desencuentros entre el PSC y el PSOE dan cuenta de una difícil relación que no viene de ahora, sino que se remonta a la aparición del socialismo en España. Ambas organizaciones representan dos socialismos que en realidad siempre han sido distintos desde sus respectivos orígenes, y que también han tenido evoluciones ideológicas y orgánicas diversas. El PSOE proviene del grupo marxista que en 1873 se organizó en torno al diario La Emancipación dentro de la sección española de la AIT, de mayoría anarquista. Fue el grupo embrionario del PSOE, constituido seis años después en Casa Labra. El origen del socialismo español es, pues, el marxismo internacionalista. En cambio, el socialismo catalán proviene del republicanismo federal que, de la mano de Valentí Almirall, rompe en 1881 con el Partido Federal de Pi y Margall. Almirall (“Lo catalanisme”, 1886) defendió entonces un federalismo particularista que daría lugar a la corriente liberal y republicana del nacionalismo catalán, como más tarde Prat de la Riba (“La nacionalitat catalana”, 1906) sería el inspirador del nacionalismo conservador.
Ya entre los años 1880 y 1882, los grupos socialistas de Madrid y de Barcelona intentaron acordar un programa conjunto, con la mediación de Fernando Mora. Sin embargo, Pablo Iglesias y José Pamias no se entendieron, lo que dio lugar a la marcha de éste y la formación de un efímero Partido Socialista Oportunista. El socialismo barcelonés era reformista y federalista, mientras que el madrileño mantenía una retórica revolucionaria y combinaba el internacionalismo obrero con la asunción unitaria de la nacionalidad española y el rechazo al federalismo.
Una generación posterior de socialistas catalanes se organizó, a partir de una conferencia pronunciada en 1910 por Gabriel Alomar, para defender la síntesis entre nacionalismo y socialismo. La polémica de 1914 entre Andreu Nin y Antonio Fabra Ribas en las páginas del periódico La Justicia Social marca el inicio de un enfrentamiento entre el socialismo español y el catalanista. Esos socialistas catalanes (Nin, Alomar, Campalans, Serra i Moret, Martí Julià, los Xirau, Vidiella, Comorera) actuaron como una corriente del nacionalismo republicano y pretendieron copar la dirección de la Federación Catalana del PSOE apoyados por Recasens i Mercader, su presidente, que sin ser nacionalista sí era partidario de la autonomía y de la promoción de la lengua catalana. A través de ella, quisieron federalizar al PSOE, consiguiendo la aprobación, de la mano de Julián Besteiro, de una moción que reclamaba la Confederación Republicana de Nacionalidades Ibéricas en el XI Congreso de 1918Sin embargo, esa resolución sería sustituida, en el congreso extraordinario de 1919, por otra más moderada que defendía la autonomía regional de tipo gradual y que marcaría la doctrina del PSOE hasta la guerra civil. En consecuencia, esa hornada de socialistas catalanistas abandonaron el partido y fundaron, en 1923, la Unió Socialista de Catalunya, dirigida por Serra i Moret, Rafael Campalans y luego Joan Comorera. En ese mismo año tuvo lugar una nueva polémica entre Campalans y Fabra Ribas, apoyado esta vez por Indalecio Prieto, que marcaría la ruptura entre ambos socialismos y una difícil reconciliación futura.
Durante la Segunda República, Juan Simeón Vidarte, dirigente socialista y secretario primero de las Cortes, intentó integrar a los cuatro diputados de la USC en el grupo del PSOE, pero no lo consiguió porque, según dice en sus memorias (“Todos fuimos culpables”, 1973)fueron a dos reuniones pero no se entendieron. En los años 1933 y 1934 tuvo lugar un intento de fusión que estuvo cerca de llegar a buen puerto, pero Largo Caballero y Comorera, los máximos dirigentes de ambas organizaciones, no alcanzaron un acuerdo laboriosamente trabajado por Enrique de Francisco. Básicamente, Largo Caballero no aceptaba la soberanía de la USC en la política catalana ni la disolución de la Federación de Barcelona, profundamente anticatalanista y perteneciente a su corriente interna en el PSOE. La unidad socialista en Cataluña se produciría poco antes de la guerra civil al integrarse ambas organizaciones en el PSUC, dirigido por Comorera.
Finalmente, el Congreso de Montjuïc de 1978 permitió la unidad de las tres organizaciones socialistas que actuaban en Cataluña: el PSC Congrés de Joan Raventós, el PSC-Reagrupament de Josep Pallch, y la Federación Catalana del PSOE de Josep Mª Triginer. Se trató más de una unidad orgánica que ideológica. Los dirigentes del PSC- Congrés consiguieron copar la dirección y el rumbo ideológico del socialismo catalán hacia el viejo nacionalismo en el que siempre estuvieron integrados. En realidad, más que una unidad entre las tres organizaciones territoriales, se trató de un pacto entre las direcciones del PSC-Congrés y del PSOE, por la que los socialistas catalanes recuperaban la soberanía en la política catalana que Largo Caballero negó a Comorera, a cambio de integrarse plenamente en la estrategia del PSOE en la política nacional.
Esta unidad orgánica no ha podido ocultar, con el paso de los años, la lealtad dividida tanto de la militancia como del electorado socialistas. A pesar del fuerte compromiso del PSC con el proyecto socialista español durante los años 80, desde las primeras elecciones autonómicas de 1980, en las que se daba por descontado el triunfo de Raventós, ha habido siempre un desfase cualitativo entre los resultados obtenidos en las elecciones autonómicas y generales, llegando al 50 %. Si bien el PSC ha obtenido tradicionalmente unos magníficos resultados en las legislativas, llegando casi a doblar a CiU en votos y escaños, en cambio en las autonómicas ha sucedido normalmente al revés. Eso indica que aproximadamente la mitad del electorado socialista que ha apoyado al PSC en las generales, por identificarse con el PSOE, ha dejado de votarle en las autonómicas, y no para ir a otros partidos sino para nutrir la abstención. Esto se puede comprobar comparando sus resultados y la participación entre ambos tipos de elección en las zonas en las que el PSC normalmente ha sido el partido más votado en las legislativas y en las municipales. No se trata del clásico desfase que puede sufrir un partido de ámbito estatal entre unas elecciones generales –más favorables- y unas autonómicas –más localistas-. Es un problema particular, pues ese desfase indica que una buena parte del electorado socialista de Cataluña siempre se ha identificado más con el PSOE que con el PSC, actuando cuando éste le aportaba a aquél sus votos y sus escaños. Este electorado ha acabado por abandonar al PSC tras su apoyo al Estatut, el pacto con ERC y la deriva nacionalista bajo la dirección de Pasqual Maragall.
El socialismo catalán nunca ha sido la versión catalana del socialismo español, sino la versión socialista del nacionalismo catalán. Su prioridad ha sido siempre la construcción nacional de Cataluña, para desde su soberanía pactar federalmente con España. El nuevo federalismo del PSOE, en cambio, pretende que España sea un Estado federal de tipo orgánico y cooperativo, lo que es muy distinto. Ambos defienden federalismos distintos. Constatar esto nos permite entender las discrepancias actuales. Cuando el PSC defiende el Estatut de 2005, el carácter nacional de Cataluña y el derecho de autodeterminación, está siendo coherente con la historia del socialismo catalán. Y cuando el PSOE recorta el Estatut en las Cortes, defiende la soberanía nacional española y rechaza el derecho de autodeterminación, es también coherente con la historia del socialismo español en este aspecto. En el fondo se trata de dos socialismos que siempre han sido, y siguen siendo, distintos y difícilmente conciliables. Como lamentablemente lo son Cataluña y el resto de España.

La desigualdad

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El Nobel de Economía Stiglitz es uno de los científicos sociales que han situado a la desigualdad en el frontispicio de sus reflexiones. En uno de sus últimos trabajos destaca que a los desastres naturales, terremotos, inundaciones, huracanes, tsunamis… hay que añadir al menos otro provocado por el hombre: la desigualdad. “Ignorar deliberadamente las lecciones del pasado es un acto criminal”, dice. Todo modelo de desarrollo que no aborde la tendencia global a una desigualdad exponencial en el seno de los países acabará enfrentándose a una crisis de legitimidad.
Otros dos premios Nobel de Economía, Robert Shiller y George Akerlof (marido de la flamante próxima presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, una de las personas con más poder en el planeta: pone precio al dinero), dicen que el concepto de igualdad no solía figurar en los análisis económicos: “La teoría económica siempre lo ha arrinconado. Basta mirar los libros de texto. Aunque algunos mencionan la equidad, normalmente la relegan a figurar al final de algún capítulo, e incluso del libro (…). Hablar de equidad con algunos economistas equivale a eructar en una cena de gala: sencillamente no se hace” (Animal spirits. Editorial Gestión, 2000).

La gente opina que las reglas políticas han beneficiado a los de arriba
La igualdad ha formado históricamente parte del ADN de los partidos socialdemócratas. Por motivos sociales. La novedad que aporta el documento de laConferencia Política del PSOE (Ganarse el futuro) es que asume la teoría de los últimos estudios del FMI y de economistas de moda como Enmanuel Sáez y Thomas Piketty, que destacan que sin un cierto grado de igualdad (de oportunidades y de resultados, de rentas y patrimonios) no se pueden conseguir la eficacia económica y el crecimiento para crear empleo.
La mayor dificultad para el PSOE es cómo ser creíble en la contención de esa lacra que ha hecho de España uno de los países más desiguales de Europa, junto a Portugal, Bulgaria y Letonia. Si se repasa lo ocurrido en los 37 años de democracia española en relación con la evolución de la desigualdad, hay dos etapas diferenciadas: durante los años de UCD (los salarios subían más que la inflación) y los socialistas de Felipe González (se universalizó la protección social y el Estado del bienestar), la desigualdad se redujo con más o menos ahínco. A partir de 1996 (las dos legislaturas de Aznar y las de Zapatero), la desigualdad aumenta porque se distribuyen peor los frutos de ese largo ciclo de crecimiento económico de 14 años y medio. En este aspecto, el PSOE tiene que hacer un profundo acto de contricción.
¿A qué se debe el incremento de la desigualdad? No solo, como dicen los tecnócratas, a la globalización y a la multiplicación del uso de las tecnologías de la información y la comunicación. Muchos países se han abierto y se han digitalizado tanto como España y no son tan desiguales. Juegan un papel igual de significativo en la conformación de la renta las instituciones políticas, las regulaciones públicas, la relevancia de los impuestos, así como las normas sociales (la legislación del mercado de trabajo). A todas ellas dedica espacioGanarse el futuro, con especial énfasis en una reforma fiscal progresiva. Los filósofos materialistas, desde Platón y Aristóteles, pasando por economistas como Adam Smith, Jeremy Bentham, David Ricardo, John Stuart Mill, Marx, Alfred Marshall o Keynes, han escrito a favor de la fiscalidad progresiva. Incluso Milton Friedman inventó el impuesto negativo de la renta. Los impuestos son civilización: en vista de los niveles de gasto que hay que financiar, elegir recaudar menos entre las rentas altas exige recaudar más entre las rentas más bajas. Dadas las tesis de Zapatero (“bajar los impuestos es de izquierdas” o la redistribución se hace a través de los gastos pero no de los ingresos), el nuevo PSOE, sea quien sea el que lo lidere, habrá de hacer un esfuerzo para recuperar la fiabilidad entre la ciudadanía, tan deteriorada.
Las percepciones de injusticia afectan al comportamiento de la gente, que opina que las reglas políticas del juego han beneficiado directamente a los de arriba, garantizando que tengan una voz desproporcionada. Las protestas no se deben tanto a la dureza de las circunstancias económicas de la época como a la forma desigual en que se han visto afectados los distintos segmentos de la sociedad.
La periodista del Financial Times Gillian Tett ha escrito que a veces lo más importante es aquello de lo que no se quiere hablar. A veces, los silencios ayudan a reproducir un sistema y una estructura de poder a lo largo del tiempo. En las recientes memorias de Aznar (El compromiso del poder. Editorial Planeta) o en el programa electoral del PP (Súmate al cambio) apenas hay referencias, casi retóricas, a la igualdad de oportunidades, y ninguna a la tendencia a una cierta igualdad de resultados. Pero esta última tiene su importancia: a los niños que crecen en la pobreza, situación tan común hoy, les resulta mucho más difícil obtener una buena educación que a los niños que se educan en un entorno más acomodado y con más apoyo. La desigualdad arruina tanto las aspiraciones como los logros.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Retrasando el reloj democrático

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JESUS MARAÑA


Infolibre

LA MALA EDUCACIÓN

La Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), eufemismo que esconde la sonora Ley Wert, continúa su tramitación en el Senado. El hecho de que esta ley haya logrado poner de acuerdo en su contra a profesores, alumnos, asociaciones de padres y a toda la oposición podría sugerir la posibilidad de que en la cámara alta el PP flexibilizara los puntos más polémicos, todos los que a juicio de los especialistas suponen una vuelta al pasado y un empujón a la desigualdadEl PP prepara una enmienda, pero no en ese sentido sino precisamente en el contrario. No solo desaparece Educación para la Ciudadanía; no solo se recupera la Religión como asignatura evaluable y que cuenta a la hora de solicitar becas, como ocurría en los años noventa con la LOGSE. La enmienda del PP pretende dar gusto a la jerarquía eclesiástica incluyendo la Religión en la oferta de asignaturas obligatorias en Bachillerato. Sostienen los obispos que esa obligatoriedad quedó establecida en los Acuerdos entre el Estado español y la Santa Sede firmados el 3 de enero de 1979. Ni los Gobiernos del PSOE ni los del PP han denunciado hasta ahora esos Acuerdos que ya cumplen 35 años y que fueron rubricados sospechosamente a los seis días de promulgarse la Constitución, cuyo artículo 16 establece un Estado aconfesional.

LOS DERECHOS DE LA MUJER

El Gobierno mantiene su intención de aprobar una nueva ley del aborto que acabará con la actual ley de plazos para la interrupción del embarazo y la sustituirá por el sistema de supuestos de los años ochenta. Además, todas las menores, sin excepción, necesitarán el permiso expreso de sus padres o tutores para abortar. El ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, ha respondido a las protestas de todos los grupos de izquierda, organizaciones de mujeres e informes médicos con el anuncio de que su intención es suprimir también el derecho al aborto en el supuesto de malformación del feto, salvo casos “muy graves”. Vuelven los tiempos del aborto clandestino, de la persecución y cárcel para los médicos abortistas y del riesgo para la salud de las mujeres, a quienes la nueva ley convertirá en europeas “de segunda”.

EL EXILIO LABORAL

Un paro superior al 26%, que supera el 50% entre los jóvenes, provoca movimientos migratorios que nos retrotraen también a épocas muy lejanas. Pese a que la población española, como ocurre con otros países mediterráneos, es mucho más sedentaria que la del centro y norte de Europa, en los últimos dos años y especialmente en los últimos meses está disparándose la emigración. Lo reflejan las estadísticas de población, aunque todavía de forma incipiente. La ola migratoria que desplazó en los años sesenta a dos millones de españoles acabó en 1974 y ni siquiera en los años de la crisis de 1993 a 1997, cuando se alcanzó un 24% de paro, hubo amago de repetición. Al contrario. Desde finales de los noventa, coincidiendo con el ciclo de crecimiento y con el boom inmobiliario, se calcula que España ha recibido a más de seis millones de inmigrantes (para quedarse o de paso hacia otros destinos).Sólo desde 2012 son más los que se van que los que vienen y de hecho miles de inmigrantes que ya habían obtenido la nacionalidad española han regresado a sus países de origen al perder sus trabajos, por precarios que fueran. Organismos internacionales como la OCDE, departamentos de la propia Comisión Europea (como el de Empleo y Asuntos Sociales) y expertos de distintas disciplinas han advertido delprofundo retroceso que las medidas de ‘austericidio’ van a provocar en los países más duramente castigados. La devaluación salarial como única receta para mejorar la competitividad no ha demostrado que sea útil, salvo para aumentar rápidamente la desigualdad. Lo que sí está demostrado es que los recortes en educación e investigación tienen una incidencia negativa y directa en el PIB.

LA POLÍTICA ANTITERRORISTA

Desde la sentencia del Tribunal de Estrasburgo que tumba la llamada ‘doctrina Parot’ por haber aplicado una ley de forma retroactiva en contra del Convenio Europeo de Derechos Humanos, se ha reproducido una tensión sobre política antiterrorista aparentemente superada. Este domingo, 27 de octubre, parecía que los relojes no se habían atrasado una hora sino más de seis años, hasta el 10 de marzo de 2007. Desde la misma Plaza de Colón, Mariano Rajoy acusó aquel día al Gobierno de Zapatero de “ceder” ante ETA, de “humillar” a las víctimas, de “engañar” a los ciudadanos... Este último domingo se escucharonidénticos reproches, esta vez dirigidos a quien entonces los pronunciaba y los agitaba.

Son solo cuatro ejemplos, cabrían unos cuantos más. Desde la sumisión que el Gobierno está mostrando ante la violación por parte de Estados Unidos de las comunicaciones de ciudadanos y dirigentes españoles hasta el hecho de que miembros de partidos ultraderechistas lancenamenazas violentas contra medios y periodistas independientes y ejecuten costosos ataques para silenciarlos.

España está retrasando el reloj democrático, y no es por culpa del otoño.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Es un escándalo

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DAVID TORRES

Público


30oct 2013
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En este país nunca falta un buen motivo para citar al capitán Renault deCasablanca en ese momento mítico en que, en medio del casino de Rick, recogía las ganancias al tiempo que exclamaba: “Qué escándalo, qué escándalo, he descubierto que aquí se juega”. El otro día lo citaba Juan Carlos Escudier a propósito de la fingida sorpresa de nuestros mandamases al enterarse del espionaje de la Casa Blanca (por favor, no confundir con la película, aunque las dos son made in USA). También podría usarse en relación con el caso Bárcenas, el caso Urdangarín, el caso de los ERES andaluces y prácticamente cualquier caso que se les ocurra. Vamos, que, para ahorrar, las portadas de periódico españolas podrían abrir cada día con una vieja foto de Claude Rains vestido de gendarme y un bocadillo con el titular: “Qué escándalo, qué escándalo, etc.”
El escándalo de hoy, pasmo de fariseos, es que el PSOE acaba de enterarse de que Francisco Franco está enterrado en el Valle de los Caídos, al lado de José Antonio Primo de Rivera, y que el tal Franco era un dictador, oyes. Se ve que en Ferraz no son muy aficionados al Canal Historia, pero algún socialista avispado, recién enganchado a Juego de tronos, ha sumado dos y dos y ha descubierto que la basílica más grande de la península está consagrada a los restos de un enano. Yo, que soy muy de Letras, he echado cuentas con los dedos y me salen como cuatro décadas, casi cuarenta años para reaccionar y registrar una proposición no de ley en el congreso de los diputados: han tardado más que Franco en morirse. Lástima que lo hayan hecho justo en uno de esos turnos en que les toca chupar banquillo en la oposición, porque han tenido como dieciocho años de gobierno para presentarla pero, mira tú lo que son las cosas, a nadie se le había ocurrido hasta ahora. Debe de ser que en aquellos tiempos, en vez de Juego de tronos, en Ferraz veían Los Botejara.
Me imagino al psocialista avispado al volante de su automóvil, de ida hacia o de vuelta de uno de esos congresos que organizan para catar morcillas; de repente atisba la cruz desmesurada sobresaliendo en mitad del valle y le da por pensar: “Pero ¿esto qué es? ¿Un OVNI del Vaticano?” Y luego, después de aparcar el coche, acercarse al monumento y leer un folleto: “¡Qué escándalo! ¡Qué escándalo! ¡Pero si aquí está enterrado Franco! ¡Dónde vamos a ir a parar! ¿A que se lo digo a Zapatero?”
Poco antes del PSOE se enteró hasta Schwarzenegger, que fue hasta el Valle de los Caídos de visita y le explicaron el monumento detalladamente, pero desde un punto de vista artístico, o sea, igual que si vas a Auschwitz y te explican la arquitectura. Dicen que hasta llegó a ver el cartelito aquel que dice “Caídos por Dios y por España” y que preguntó: “Pero todos éstos, ¿dónde se cayeron?” Del guindo, Arnold, del guindo.

La educación clasista en España

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VINCENC NAVARRO

Estado del BienestarNeoliberalismo y GlobalizaciónPolítica CatalanaPolítica EspañolaArtículo publicado por Vicenç Navarro en el diario digital EL PLURAL, 29 de octubre de 2013, y en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 30 de octubre de 2013
Este artículo analiza la polarización social del sistema educativo por clase social existente en España, señalando que las reformas Wert acentuarán tal polarización.
En España hay clases sociales. Y es imposible entender qué ocurre en España sin entender el enorme dominio que la burguesía, pequeña burguesía y clases medias profesionales de renta alta han tenido y continúan teniendo sobre los aparatos del Estado, influencia que está alcanzando su máxima expresión durante el gobierno Rajoy, el gobierno que España ha tenido durante el periodo democrático que ha sido más sensible a los intereses de estas clases sociales.
Esta enorme influencia explica muchas realidades, tales como la pobreza del Estado del Bienestar (España tiene uno de los gastos públicos sociales por habitante más bajos de la UE-15, el grupo de países, dentro de la Unión Europea, de semejante desarrollo económico), su escasa capacidad redistributiva (de nuevo, el Estado español es de los menos redistributivos en la UE-15), su escasa progresividad fiscal (mientras que los trabajadores de la manufactura pagan impuestos -en porcentaje sobre su sueldo-, en cantidades semejantes a sus homólogos en la UE-15, el 1% de la población que deriva sus ingresos de la propiedad de capital paga sólo un 10% de lo que pagan sus homólogos en el promedio de los países de la UE-15). Todo ello explica la gran pobreza de los servicios públicos del Estado del Bienestar, tales como la educación. El Estado español gastó en educación en 2010 solo un 4,2% de su PIB, mucho más bajo que el promedio de la UE-15 (5,2 %), y mucho, mucho más bajo que Suecia (7%), uno de los países de la UE donde la clase trabajadora y las clases medias de renta media y baja tienen mayor influencia sobre el Estado. El gasto educativo por alumno (en todas las categorías de estudios) en España es de los más bajos de la UE-15.
Las consecuencias de esta pobreza del gasto educativo son muchas. Y la más llamativa es la polarización, por clase social, del sistema educativo. Desde las escuelas de infancia (mal llamadas guarderías) hasta la enseñanza primaria y secundaria, las clases pudientes llevan a sus hijos a las escuelas privadas (cuyo gasto por alumno es más elevado que las públicas, con un subsidio público muy importante, llamado concierto), y las clases populares (las clases medias de renta media y baja y la clase trabajadora) envían a sus hijos a la escuela pública. Muchas de las privadas están gestionadas por la Iglesia católica, que institucionalmente ha sido siempre cercana a los intereses de las clases más pudientes.
Durante la mayoría del periodo democrático, el número de horas lectivas en la enseñanza era mayor en las escuelas europeas que las escuelas públicas españolas. Así, en las escuelas secundarias, las horas lectivas eran de 559 horas al año en las públicas españolas, comparado con 678 horas en el promedio de las escuelas de la UE-15. Sumando el déficit anual, el estudiante español iba a la escuela secundaria un año menos que el estudiante europeo. No por casualidad, el conocimiento en comprensión de lectura, de matemáticas y de lenguas de un graduado español de la escuela secundaria era semejante al de un estudiante europeo de un año menos (Datos de PISA, 2003). Tal diferencial de conocimientos no ha disminuido. En realidad, ha aumentado (PISA, 2012). Y lo que es también interesante subrayar es que los estudiantes de la privada tampoco están mejor que el promedio de los estudiantes de la escuela pública europea (de la UE-15). En realidad, están peor.
La evidencia empírica es clara y contundente para todo aquel que lo quiera ver. Los sistemas educativos polarizados por clase social, con una dicotomía pública-privada, son peores en su calidad educativa que los sistemas públicos mayoritarios. En España, el 34% de los estudiantes van a la privada, y el 66% a la pública. En comparación, en Suecia y Finlandia (esta última es considerada la mejor de Europa) la distribución de porcentajes es 7% versus 93% respectivamente. Esta es una de las mayores causas de la baja calidad educativa en España, resultado del enorme poder de las clases más pudientes (burguesía, pequeña burguesía y clase media profesional de renta alta) sobre el Estado a través de sus instrumentos políticos (los partidos conservadores y liberales) y mediáticos (la gran mayoría de medios de información, tanto públicos como privados), que en su egoísmo –defensa a ultranza de sus intereses inmediatos- están dañando al país, y también, paradójicamente, a la educación de sus hijos, aun cuando consiguen lo que más quieren, es decir, mantener la distancia social (creando ciudadanos de primera –sus hijos- y de segunda –todos los demás-) reproduciendo las desigualdades dentro de la ciudadanía, manteniendo sus privilegios.
Representa, por cierto, una gran incoherencia que esas fuerzas conservadoras y liberales, y sus partidos políticos, como el PP, que se presentan como las “fuerzas patrióticas”, que constantemente hablan de patria o nación enarbolando la bandera, apliquen a la vez políticas públicas, en educación, que descohesiona tal patria. En realidad, la defensa de sus intereses a través de las políticas públicas del gobierno Rajoy daña a la mayoría de la ciudadanía, mostrando que pese a su discurso y narrativa, son profundamente anti-patriotas, pues el elemento clave de la patria –el término que utilizan ellos-, es su población. Y la mayoría queda dañada por esas políticas. De ahí que debiera ser una tarea a realizar por las fuerzas progresistas desenmascarar la utilización tan abusiva y oportunista de los “superpatriotas” de las banderas, pues en realidad están defendiendo sus intereses de clase. Su visión de España es una visión clasista que daña a la España real. Cada uno de los elementos de la reforma Wert favorece a su visión clasista, en contra de la España real, la España social y la España plurinacional. Es una reforma reaccionaria que dañará a las clases populares –la mayoría de la ciudadanía en España-.