martes, 4 de diciembre de 2012

El catalán, amenazado como nunca

No hay comentarios:
El Punt/Avui



El Estado español ha vuelto a demostrar, esta vez con vergonzosa alevosía, cuál es el futuro que le espera a Cataluña si sigue dentro de una organización estatal obsesionada sin disimulo por la aniquilación nacional y lingüística de los catalanes. El nuevo borrador de la ley de mejora de la calidad educativa del gobierno español dinamita el modelo de inmersión lingüística y prepara una regresión de la normalización nunca vista desde la recuperación de la democracia. Cataluña no hacia España si no es castellanizada, expoliada y humillada y el gobierno del Partido Popular está determinado a llevar a cabo esta tarea sin ninguna contemplación. Los temores manifestados ayer por la consellera Rigau son perfectamente fundamentados y contra este nuevo ataque frontal sólo hay el recurso a la unidad política y civil para resistir.
Aquellos que, ingenuamente, creen que es posible rehacer puentes y volver al diálogo con este gobierno opresor y despiadado no sólo no han visto la auténtica perversión destructiva del nacionalismo español sino que ni siquiera se han dado cuenta que la gran mayoría del pueblo de Cataluña sí es consciente de esta amenaza y por ello, masivamente, el día 25 votó en favor del derecho a decidir. En estos momentos no se puede confundir la aritmética partidista, que presenta una diversidad de sensibilidades, con la aritmética nacional, que está claramente encaminada a marcar distancias con esta España empeñada en borrar cualquier rasgo diferencial de Cataluña. Todas las formaciones soberanistas y las que se llaman catalanistas tienen, una vez más, la oportunidad de demostrarlo con hechos y actitudes firmes y insobornables.

Frente común en Catalunya para la defensa de la inmersión lingüística

No hay comentarios:

El gobierno convoca una cumbre con ERC, PSC, ICV-EUiA y el Consejo Escolar para cerrar filas ante la ofensiva del PP


Homs garantiza que la Generalitat aplicará la Ley de Educación de Cataluña y asegura que si es necesario se recurrirá al TC


El objetivo de la cumbre, en la que participará ERC, PSC, ICV-EUiA y el plenario del Consejo Escolar de Cataluña, es hacer un frente común para fijar "una respuesta política e institucional" ante la amenaza de la reforma educativa que plantea el ministro de Cultura y Educación español José Ignácio Wert.
"Ante la ofensiva contra la lengua catalana más dura que se ha hecho desde 1978, el gobierno y todos juntos no ahorraremos energías ni fuerza política ni capacidad institucional para hacer frente a esta ofensiva", ha garantizado.
Homs ha señalado que la negociación de la investidura queda en segundo lugar después de esta "amenaza en toda regla" que obliga a los partidos catalanes a hacer frente común en defensa de la escuela en catalán. También ha celebrado la voluntad de las fuerzas políticas de "cerrar filas ante esta ofensiva".
El portavoz ha querido dejar claro que el Ejecutivo aplicará la LEC. "No nos imaginamos otro modelo que no sea el de la inmersión lingüística", subrayó. "Esta es una política de éxito para el conocimiento de la lengua catalana y castellana durante más de 30 años", añadió. En este sentido, ha apuntado que si, una vez aprobada la ley de educación que impulsa el gobierno español, hay que recurrir al TC, "lo haremos".
"Desconocimiento o mala fe"
Homs ha lamentado iniciativas como ésta y apuntó que sólo se pueden plantear "desde el absoluto desconocimiento de la realidad catalana o desde la mala fe".
En relación a la ausencia de la cumbre de algunos grupos, como la CUP, que también defienden la escuela en catalán, Homs ha indicado que la convocatoria se ha basado en "criterios objetivos". Es decir, gritar partidos que ya se han posicionado en anteriores votaciones en el Parlamento a favor de la inmersión lingüística, así como el Consejo Escolar "porque tiene responsabilidades directas en esta cuestión". No obstante, ha apuntado que más adelante también habrá que sumar otras fuerzas, sindicatos o entidades, entre otros. Sobre si se planteaban mantener algún contacto con el PP de Cataluña sobre esta cuestión, el portavoz ha tomado la pregunta como una "ironía".

Palestina, un territorio agujereado

No hay comentarios:
La admisión de Palestina como Estado no miembro en Naciones Unidas es un paso importante, pero se necesita algo más que símbolos para que haya un cambio real en el terreno.




OLGA RODRiGUEZ


El diario.es





Lo que este jueves se ha aprobado en la Asamblea General de la ONU, con la oposición de Israel y Estados Unidos, es la admisión de Palestina como Estado observador de Naciones Unidas. Con ello la Autoridad Nacional Palestina tendrá mayor acceso a las diversas agencias de Naciones Unidas y al Tribunal Penal Internacional, donde podría presentar denuncias contra Israel, algo sin duda significativo.

Por eso estos días pasados algunos países, como Reino Unido, anunciaron que apoyarían la iniciativa de los palestinos siempre y cuando éstos no acusaran de crímenes de guerra a Israel ante la Corte Internacional.

En la práctica, la entrada de Palestina como Estado no miembro no supone nada más. Lo que se decide en la Asamblea General de Naciones Unidas no es vinculante, y siempre precisa de la ratificación del Consejo de Seguridad de la ONU, que ya el pasado año pospuso la votación para admitir a Palestina como Estado, con la amenaza de Estados Unidos de vetar la propuesta. Pero el gesto, que ha venido acompañado de un reconocimiento del derecho de los palestinos a un Estado sobre las fronteras de 1967, no es baladí.

Las revueltas árabes han trastocado las alianzas regionales, algo está cambiando en Oriente Medio, Qatar, Egipto y Turquía están siendo más contundentes con Israel y Hamás se ha acercado a Qatar. Todo ello podría servir para intentar reactivar la situación palestina, y la comunidad internacional está tomando nota de ello.
De momento, cambian las formas, no el fondo. Para que el Estado palestino se convierta en algo real se necesitan algo más que símbolos. Estados Unidos tendría que permitir el reconocimiento de Palestina como Estado de pleno derecho en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas o, al menos, dejar de obstaculizar su desarrollo.

E Israel tendría que retirarse de Cisjordania, ahora acantonada, separada, dividida y esparcida en un mapa agujereado y discontinuo. De lo contrario, estaríamos ante un Estado palestino con miles de fronteras -una en cada asentamiento judío- y con instituciones que llevan años asfixiadas económica y militarmente. Por no hablar de la desconexión territorial de Cisjordania y Gaza, divididas por territorio israelí (ver mapa).

Mientras no haya una voluntad real de paz será inviable un Estado palestino real, con todo el significado que el término Estado implica.

La aceptación de un Estado palestino de pleno derecho es una opción deseable, pero no la única. Personalidades como el difunto Edward Said han defendido un modelo de Estado binacional, donde árabes y judíos pudieran vivir en igualdad de condiciones, con los mismos derechos, sin exclusiones, en el mismo país. Para ello Israel tendría que renunciar a su esencia actual, basada en el carácter judío de su Estado.

La Ley del Retorno de Israel establece que cualquier judío del mundo, cualquier hijo o nieto de judío, y cualquier persona que se convierta al judaísmo tiene derecho a residir en Israel y a tener la ciudadanía israelí. También pueden acceder a la nacionalidad las personas casadas con israelíes, a excepción de los palestinos de Cisjordania y Gaza menores de 35 años y de las palestinas menores de 25 años. Sin embargo, un palestino nacido en Jaffa, por ejemplo, no tiene derecho a regresar a su tierra.

La voluntad de exclusión de esta ley contra un pueblo determinado es evidente. Un sueco que se convierta al judaísmo tiene más derecho a vivir en Israel que cualquier palestino expulsado que haya nacido allí o que sus descendientes. Solo así Israel es capaz de mantener su esencia como Estado judío.

Israel solo puede seguir siendo un Estado judío si mantiene la supremacía demográfica o legal de la población judía. Para ello tarde o temprano tendría que llevar a cabo una nueva limpieza étnica como la del 1948 -admitida como tal por historiadores israelíes como Benny Morris o Ilan Pappé- o practicar la segregación étnica legalizada, es decir, el apartheid. De otro modo, Israel no podría existir como Estado judío, sino como un Estado realmente democrático e integrador, donde haya cabida real para la población palestina.

Si un futuro Estado palestino va a tener sus fronteras y su espacio áereo controlados por Israel, si va a ser un territorio inconexo, desconectado e interrumpido por los asentamientos judíos, si va a estar expuesto al bloqueo comercial y al control israelí, la exigencia de un Estado binacional será una obligación para alcanzar la paz. La defensa de ese modelo exigiría que Israel pusiera fin a su voluntad discriminatoria como Estado judío de mayoría judía dispuesto a no admitir el crecimiento de otras comunidades étnicas o religiosas dentro de sus fronteras.
Sea cual sea el camino que se escoja, la paz es posible. Hay decenas de soluciones y propuestas encima de la mesa. Pero falta la voluntad para aceptarlas.

Como me dijo en una ocasión Rami Elhanan, israelí integrante de la Asociación Parent´s Circle y que, a pesar de haber perdido a su hija en un atentado suicida apuesta por la defensa de los derechos de los palestinos, ‘Israel solo aceptará suscribir un pacto de paz cuando se dé cuenta de que el precio de no tener paz es más alto que el de tenerla’.

Para que eso ocurra es fundamental la presión de la comunidad internacional a través de los gobiernos y de la sociedad civil. Una presión que obligue a Israel a valorar si realmente le interesa condenar a árabes y judíos a ser víctimas de una situación política.

Otro Israel es posible: un Israel que apueste por el fin de la ocupación y de la exclusión del pueblo palestino. Puede resultar inconcebible, pero recordemos que una Sudáfrica sin apartheid también parecía imposible hace unos años.

La bolsa o la crisis

No hay comentarios:
JOAN SUBIRATS


El diario.es







Hace unos días, hablando con gente de Madrid que trabaja en los servicios sociales sobre la situación social y económica, me explicaban que el perfil de gente que va llegando a pedir prestaciones y ayudas ha ido cambiando cada vez más. A la gente de siempre, más numerosa, se han ido añadiendo nuevas capas sociales. Gente que no está nada acostumbrada a ir a pedir cosas. Cómo diría Ulrich Beck, “el riesgo se ha ido democratizando”, y si antes se concentraba en sectores que ya habían ido estableciendo sus mecanismos de defensa y subsistencia, ahora las vulnerabilidades llegan a mucha más gente. Y esta gente, de momento, no tiene ni los mecanismos ni los hábitos para responder. Me comentaban, por ejemplo, que algunas personas llegaban a los lugares donde se reparte comida en bolsas de supermercados, para de este modo “hacer más natural” el transporte y sentirse más cómodas volviendo a casa. Estos mismos compañeros de Madrid, me comentaban, medio enserio medio en broma, que también estaba produciéndose un fenómeno al otro extremo de la escalera social que tenía relación con las bolsas. Así, decían, las tiendas de las grandes marcas situadas en la calle Serrano, equivalente a nuestro Paseo de Gracia, ofrecían a los clientes la posibilidad de poner sus adquisiciones en bolsas sin logos, estrictamente blancas, para favorecer tanto la seguridad como el hecho de evitar el verse de alguna manera observados y criticados por el hecho de adquirir productos de lujo en momentos como estos. Yo mismo he observado como en supermercados de la gama más económica (Día o Lidl), algunos clientes o clientas, llevan bolsas de “El Corte Inglés”, donde ponen sus compras, y así mantienen un cierto estatus delante de vecinos y conocidos. Puede parecer todo ello un galimatías de anécdotas poco relevantes, pero, desde mi punto de vista, pone de manifiesto la profundidad de esto que algunos denominan crisis y que está de hecho comportando un cambio muy de fondo sobre nuestra cotidianidad y nuestros hábitos. Lo que hace falta ahora es dar un paso más y mirar, no sólo de ir tirando, esperando que escampa, jugando con bolsas, percepciones y apariencias, sino asumir que nos hace falta cambiar de preguntas y de respuestas, asumiendo protagonismo en las transformaciones cada vez más imprescindibles. Cambiando de bolsas sólo conseguiremos maquillar la dura realidad.

lunes, 3 de diciembre de 2012

La demolición de las Cajas

No hay comentarios:
ANTONIO MORALES






Setenta y tres años después de su creación, La Caja de Canarias, la entidad crediticia más cercana a los asuntos financieros y a los ahorros de las pymes y las familias isleñas, se volatizaba de la faz de la tierra el pasado martes 27 de noviembre. Desaparecía La Caja y por ende su extraordinaria Obra Social que se ve trasmutada en una fundación de poca monta que queda, a su vez, al albur de lo que quiera aportar Bankia, cuando y como desee, y de un Monte de Piedad testimonial.

No es solamente el caso de nuestra Caja. En un mes serán borradas del mapa todas las cajas intervenidas y en los próximos meses tomarán el mismo rumbo las que están saneadas y que fueron convertidas en bancos en su día (La Caixa, Unicaja, Ibercaja y Kutxabank). Mantendrán el control sobre sus bancos apenas unos años hasta que pasen a ser fagocitadas por grandes grupos financieros y entonces habrán desaparecido todas la cajas de ahorro españolas que tuvieron su origen en los Montes de Piedad, nacidos en el siglo XV, en torno a la orden de los franciscanos, para facilitar créditos a los más desfavorecidos.

Se consuma así una estrategia diseñada primero por el Gobierno de Zapatero, a partir de un decreto ley de julio de 2010, al rebufo de la corriente neoliberal europea y de la banca alemana, consumada más tarde, en plan orgiástico, por el de Mariano Rajoy. Pero no se trataba de una improvisación. En ese mismo mes publiqué un artículo (Adiós a las cajas) en el que me hacía eco de cómo ya en el año 2000, el catedrático de Economía Aplicada de la UV, J.A. Martínez Serrano escribía un texto premonitorio en El País (Las cajas de ahorro: un codiciado botín) en que hablaba de la eficiencia de las cajas, de su enorme volumen de negocio, su competencia al sector privado y el “atractivo” que estaban suponiendo para la banca: “por ello resultaría gracioso que unas instituciones nacidas para huir de los usureros del siglo XIX acabasen en las manos de los ambiciosos banqueros del siglo XX”.

Con el argumento de que había que aumentar la capitalización del sector financiero, Elena Salgado abrió la espita para que el 51% del ahorro de los españoles, depositado en las cajas, pasara a manos de los grandes bancos. Con la excusa de la mala gestión y de la politización de las cajas, Salgado y Ordoñez aseguraban en marzo de 2011 que todas las cajas debían ser privatizadas antes de 2016. Torpe excusa. Niall Fergunson, Catedrático de Historia Económica de Harvard se desgañitaba advirtiéndoles que “el problema de Europa no son las cajas, sino la banca alemana”. John Müller, nada sospechoso de izquierdismo, cuestionaba en El Mundo no hace mucho los pactos secretos del PSOE y PP para cargarse a las cajas con la excusa de la politización. Venía a decir que en EEUU, Reino Unido, Francia Holanda, Bélgica y Alemania hay bancos que tuvieron que ser intervenidos o auxiliados y sus profesionales, no políticos, cometieron los mismos errores que sus colegas españoles. Para más inri, señalaba que Alemania tiene uno de los tres pilares de su sistema financiero, en una banca pública poseedora del 40% de sus activos. Pero es que en España hemos vivido también recientemente casos sangrantes como el de la Banca Catalana o Banesto, que no eran cajas, que estaban dirigidos por profesionales y cometieron enormes pufos de los que nunca hemos sabido lo suficiente.

Los “ambiciosos banqueros del siglo XX” que se inventaron unos créditos subprime de altísimo riesgo, que después intentaron contener aumentando los intereses para frenar la inflación, nos metieron en una crisis, de incalculables consecuencias, que parece no tener fin y de la que solo saldrán ganando ellos. El derribo de las cajas de ahorro, su voladura controlada, las fusiones apresuradas, las reconversiones bancarias, el despido de miles de trabajadores, su saneamiento con dinero público, va a permitir su entrega incondicional y saneada a los grandes sectores económicos privados a precio de rebajas. Para muestra un botón: Caixabank acaba de comprar el Banco de Valencia por un euro después de que el Estado haya desembolsado 4.500 millones de euros para sanearla. Lo advirtió también Santiago Carbó: “el valor económico de las cajas excede en mucho a los posibles costes de saneamiento y reestructuración de las mismas, y hay que hacerlo visible”. No ha servido de nada. Las seguirán vendiendo a precio de saldo y servirán para asentar y afianzar un nuevo modelo de oligopolio financiero. Se trataba según ellos de reforzar el sistema financiero español, pero lo que ha resultado fortalecido es el patrimonio de unos pocos. Y además sin que nadie asuma responsabilidades, sin que nadie pague por los desafueros cometidos, sin que los organismos fiscalizadores y de control, que tenían que haber evitado los problemas, rindan cuentas.

Pero no se trata solo de hacer desaparecer a las entidades cercanas, protectoras del ahorro familiar y agentes de desarrollo de las familias, las pymes y los municipios, para evitar la competencia a los bancos y para engrosar su capital. No es solo por eso. De un plumazo se elimina la posibilidad de que las ganancias obtenidas se devuelvan a la sociedad a través de la Obra Social (un 27% en los últimos años). Según la Confederación Española de Cajas de Ahorros, estas entidades “se vinculaban a un territorio concreto, el lugar de su creación, y en ese lugar era en el que tenían habitualmente mayor presencia y mayor actividad. En cuanto al destino de sus beneficios, las Cajas de Ahorro, a diferencia de otras empresas, no tenían accionistas que recibieran beneficios, sino que estos debían ser dedicados por una parte a las reservas y, por otra, a la dotación de la obra social”. Desde 2006 hasta hoy día, la obra social de las cajas ha destinado más de 10.000 millones de euros a redes sociales y sanitarias públicas y privadas a través de miles de oenegés, a proyectos de investigación, culturales, educativos y deportivos y al mantenimiento y a la rehabilitación del patrimonio histórico artístico y se calcula que una media de 162 millones de personas han sido beneficiarias de sus ayudas en ese periodo. Como apunta el profesor Ignacio García de Leániz, en el último ejercicio, y con una reducción del 23% respecto a 2010, la obra social de las cajas invirtió un total de 1.125 millones de euros en las áreas señaladas anteriormente. El 75% del total de la obra social se dirige a reducir la desigualdad de oportunidades existente en España. Al tiempo que se ataca frontalmente al Estado de bienestar reduciendo la financiación y los recursos de la administraciones públicas, se da el hachazo definitivo a una Obra Social que se diluye para siempre al no contar con las aportaciones del negocio financiero. Y todo esto se produce de manera programada y con unos objetivos concretos y ante la apatía de una gran parte de la ciudadanía que ni está ni parece que se le espere y la dejación de muchos responsables empresariales, políticos y sindicales que, desde dentro de los órganos de las cajas, no supieron o no quisieron dar la batalla. Y para rematar la jugada, que culminó el pasado día 27 con la certificación de defunción de La Caja de Canarias, quisiera destacar el papelón del Gobierno de Canarias (tanto CC-PP como CC-PSOE) y del resto de los agentes sociales implicados. Su incapacidad para conseguir la unión de Cajacanarias y La Caja de Canarias para plantar cara juntas a todo el proceso de fusiones, permitió que la primera se diluyera con apenas un 1% de participación en Caixabank, después de pasar por Banca Cívica, y la segunda con un 2,4 en Bankia. Como siempre, gana la banca.

Felipe en su jardìn

No hay comentarios:
DAVID TORRES


Público.es







La mejor anécdota apócrifa sobre Felipe González la oí de labios de un ex comisario de policía en una sobremesa con varios whiskies de más en la que también participábamos un ex suegro que trabajaba tras un mostrador de banca y un escritor que todavía no ejercía de ex porque aún no había publicado un libro pero para el caso como si lo fuera. Los tres charlábamos ya con la lengua un poco recocida cuando, no sé por qué, llegamos al tema del ex presidente, un hombre que acumulaba odios y simpatías de un modo que sólo podía referirse a aquel novio que España se echó en las urnas en 1982 y que acabaría por decepcionar a todos.

Largándose su enésimo whisky con hielo, el ex comisario dijo que la misma noche que Felipe ganó las elecciones recibió una llamada de la Moncloa a altas horas de la madrugada. El hombre bajó la cabeza, adelgazó la voz hasta el murmullo y susurró que tuvieron que recoger el cuerpo inconsciente de Felipe, que aquella misma noche había intentado suicidarse. “¿Y por qué iba a suicidarse, hombre?” le preguntó mi ex suegro, que por aquel entonces todavía no era ex. “No he dicho que se suicidara, coño, sino que lo intentó. Lo hizo porque aquella misma noche habló con los que realmente mandan, los que están arriba, y se enteró del percal. Felipe no podía hacer nada”.

Apócrifa o sí, la anécdota ilumina bien la trayectoria de un personaje que lo tenía todo para convertirse en un héroe y que se conformó con ser un masajista de bonsáis. Más que una trayectoria, lo suyo fue una parábola, ya que en el mismo momento en que llegó a lo más alto, Felipe empezó a caer en picado traicionando sus ideales uno tras otro. Desde aquel célebre referéndum de la OTAN hasta su solemne retractación del marxismo, Felipe fue jibarizando sus aspiraciones y las nuestras una a una, como un indio reduciendo cabezas, hasta dejar el país entero entregado a una socialdemocracia de IKEA, un circo donde sólo podían crecer enanos: Aznar, que en sus primeros años le imitaba el acento andaluz, y Zapatero, que parecía muy alto pero sólo porque estaba fabricado a escala.

Más o menos a mitad de su reinado pronunció aquella frase temeraria: “Prefiero una puñalada en el metro de Nueva York a vivir tranquilamente en las calles de Moscú”. Hombre, haberlo dicho antes y nos habríamos ahorrado dos décadas de puñaladas. También dijo que había que ser socialistas antes que marxistas. Y tampoco. Luego nos enteramos de que sus íntimos lo llamaban Dios, que es la forma más solemne de no existir. Al final el felipismo resultó un primoroso trabajo de horticultura japonesa donde al jardinero jefe se le fue poniendo cada vez más cara de oriental, un poco como aquella película de Peter Sellers donde un alma de cántaro enamorado de los árboles va rebotando de chiripa en chiripa hasta alcanzar la presidencia, pero proyectada al revés, desde la presidencia hasta el jardín. Felipe pudo ser Moisés guiando a su pueblo hasta la tierra prometida pero sólo supo guiarnos hasta aquí. Después de tantos whiskies, no me quedó muy claro lo que pasó aquella noche pero creo que quien se suicidó no fue él.

Voces dentro del PSOE claman por una "renovación absoluta" del partido

No hay comentarios:
El Confidencial









“Democracia, Libertad, Derechos. Gracias Felipe”. El PSOE rinde homenaje al expresidente del Gobierno, cuando se cumplen 30 años de su toma de posesión. En el acto, que se celebra en el Palacio de Congresos de Madrid, coinciden miembros de la actual Ejecutiva Federal con exministros y cargos de los gobiernos socialistas, así como responsables orgánicos de anteriores direcciones del partido. Una ocasión única en un momento en el que la formación vive su particular vía crucis y en el que muchas voces que piden una “profunda renovación”.

A pocos se les escapa lo simbólico del acto de este domingo. “Con el primer gobierno de Felipe González se salió de una fuerte crisis con relativa rapidez y se trajo a España seguridad y confianza”, recuerda Joaquín Leguina. Y ese logro, que reconocen veteranos y noveles, invita a extrapolar la situación de aquel PSOE al actual.

Hoy el partido atraviesa sus circunstancias más complicadas desde entonces, como ponen en evidencia los resultados electorales cosechados en los últimos dos años, en los que -a excepción de los comicios autonómicos de Asturias y Andalucía- la formación socialista ha recibido un evidente castigo de sus votantes. ¿Es el primer gobierno de Felipe González un espejo donde mirarse? “Sin duda fue un buen ejemplo de cómo el PSOE, después de pasar años muy difíciles, consiguió alzarse como primera fuerza política de España”, apunta Juan Moscoso, diputado nacional por Navarra e hijo de Javier Moscoso, que fue Ministro de la Presidencia en el primer mandato de González.

Sin embargo, más allá del reconocimiento de aquel momento, que todos en el PSOE destacan orgullosos, las diferencias aparecen. Mientras que la vieja guardia apunta a la “salida por la puerta de atrás” de González como el inicio de los males, otros creen que el problema es más reciente.

¿Necesita el PSOE un nuevo Suresnes?

Con el PSOE en el exilio el partido celebró entre los días 11 y 13 de octubre de 1974 su Congreso número trece en la ciudad francesa de Suresnes. La cita marcó un antes y un después en la formación socialista, que cambió su orientación política e ideológica. Además, fue allí donde Felipe González fue elegido Secretario General.

Suresnes trajo una renovación de nombres y de ideas que ahora, 38 años después, el partido pide a gritos a tenor de los datos electorales y la evidente desafección de la sociedad hacia el partido (y la política en general). Y aunque los críticos no pronuncian la palabra “refundación”, sí reconocen que “resulta imprescindible acometer una profunda renovación del partido. Hay que mejorar las propuestas y la relación del partido con la sociedad. Este lavado de cara va a ser lento, aunque no nos podemos demorar porque el Partido Popular está desmontando con sus políticas el estado de bienestar”, reconoce Moscoso.

Joaquín Leguina, más crudo, culpa a Zapatero y los zapateristas de los males del partido: “Son los principales culpables del descalabro por no saber asumir la crisis”. Además, apremia al PSOE a “aprender a digerir las derrotas porque va de mal en peor”.

Lo que ya prepara el PSOE para 2015 es una agenda reformista que incluirá una propuesta de revisión de todas las estructuras institucionales y políticas que han servido durante estos 30 años pero que ahora se han "descosido y reclaman fuertes reformas", apunta Ramón Jáuregui, el ex ministro de Presidencia, que resalta que el proyecto es un "encargo personal" de Alfredo Pérez Rubalcaba.

Autocrítica sí, autocrítica no

El PSOE acumula semana tras semana combates entres sus miembros sobre la necesidad o no de autocrítica. En este debate Moscoso apunta la necesidad de reconocer lo que se hizo mal, aunque matiza: “Fue un error colectivo. Otros colectivos como la Academia, sindicatos, Patronal y el resto de partidos también se equivocaron”.

Más tajante se muestra Trinidad Jiménez, ex ministra de Sanidad y Exteriores y actual secretaria de Política Social de la formación, que se niega “a seguir el discurso de autocrítica” contra el Gobierno socialista porque "hay una lista muy larga de logros", proclama.

La polémica sobre si Ferraz debe disculparse por los errores de la etapa de José Luis Rodríguez Zapatero la avivó hace unos días un grupo de militantes socialistas de base que en un vídeo enumeran los episodios por los que creen que el partido debe pedir perdón para reconciliarse con la ciudadanía.

Sólo Carme Chacón se sumó a la autocrítica: "Yo creo que la gente no volverá a confiar en nosotros si no somos capaces de decirle que hay cosas en las que nos hemos equivocado". La vicesecretaria general del PSOE, Elena Valenciano, replicó que Chacón "no dice nada distinto" a lo que ha reconocido la actual dirección" y se mostró en contra de hacerlo apuntando que el "castigo" y el "perdón" son términos "un poco catolicones". Una posición a la que Leguina responde: “Pecan de desmemoriados”.

Nuevas ideas y políticos válidos

La refundación, dicen en el partido, pasa por adaptar las ideas al momento actual y políticos válidos. Esto es, según Moscoso, “adaptar los principios y valores para desarrollar una política social de mercado”. “En nuestro último gobierno caímos en la trampa de la prosperidad y se desoyeron las propuestas de un crecimiento alternativo al que ofrecía la burbuja inmobiliaria”.

La relación de la formación con la sociedad, dice, debe ser “más abierta y transparente”, reconoce el diputado socialista. Para conseguir que este propósito se materialice las agrupaciones locales del partido tienen que dejar de ser clubes cerrados de poder, se debe dar más importancia a la militancia y materializarse el proceso de primarias aprobado en el 38º Congreso Federal de Sevilla.

Óscar López, secretario de Organización del partido, considera que ahora los socialistas necesitan “recuperar credibilidad" en gran parte de su electorado, así como formular "alternativas concretas a las políticas de la que se están haciendo en este país”. Desde la distancia, Leguina va más allá: “La solución pasa porque Rubalcaba entierre el zapaterismo y se promocione a gente válida. No hablo de la vuelta de los viejos, pero tampoco de que gente que no ha hecho nada en su vida tenga puestos de responsabilidad”.