sábado, 1 de diciembre de 2012

Un inversor anónimo rescata Madrid

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IGNACIO ESCOLAR



El diario.es





En el capitalismo quien paga manda y hay alguien que manda en Madrid y del que ni siquiera sabemos cómo se llama. La Comunidad de Madrid ha cerrado un préstamo de nada menos que 1.452 millones de euros con un misterioso inversor internacional del que no conocemos absolutamente nada. El Gobierno de Ignacio González se niega a desvelar su nombre, como si estuviésemos ante un crédito personal, como si no hablásemos de dinero público. El inversor desconocido bien podría ser un fondo soberano de la dictadura china, capital de la mafia rusa, dinero negro de un paraíso fiscal o el dueño de esos casinos que pronto florecerán en Eurovegas. No conocemos las condiciones ni el origen de esa millonada a crédito cuyos intereses pagarán todos y cada uno de los contribuyentes madrileños. Pero sí sabemos que ese dinero permitirá a la Comunidad de Madrid esquivar el FLA, el fondo de rescate para las autonomías. ¿A qué precio? Es un misterio.

En los países civilizados, como Estados Unidos, las ventas de deuda pública son transparentes y se sabe qué porcentaje compran, por ejemplo, los chinos o los saudíes. Es una información relevante porque, en un mundo donde el crédito se ha convertido en un bien escaso, los préstamos tienen letra grande pero también pequeña.

¿Es aceptable que una operación financiera de estas características en una administración pública sea anónima? ¿Es normal que los madrileños nos endeudemos sin saber a quién le debemos el dinero? Parece que sí en España, un país donde la transparencia sigue siendo la gran reforma pendiente –mucho más que esa comentada reforma del sistema electoral a la que se atribuye todo tipo de virtudes mágicas–. Porque los mejores desinfectantes que existen contra la corrupción y los abusos de poder son la luz y los taquígrafos.

viernes, 30 de noviembre de 2012

Habló Montilla

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ALBERT SÁEZ


El Periódico




    Altamente recomendable la lectura de la conferencia de José Montilla en Córdoba. Tiene mérito lo que dice, quien lo dice y donde lo dice. Un retrato bastante preclaro de lo que ocurre en Catalunya, de sus causas y de sus consecuencias. En síntesis: el malestar catalán no se cura con el batacazo de Mas en las elecciones del domingo y la solución no es ni el combate de banderas de Ciutadans ni la recentralización del PP. Montilla no cree en la independencia pero apuesta por el federalismo que presumiblemente debería encarnarse en una reforma de la Constitución que pusiera freno a la deslealtad competencial de la administración central, que permitiera una solidaridad interterritorial más justa y sin excepciones (País Vasco y Navarra) y que diera corresponsabilidad fiscal a las comunidades que la pidieran. Y, de paso, que reconociese que Catalunya es una nación. Todo un aval a la campaña de Navarro y todo un desafío para la dirección federal del PSOE.Y una enmienda a la totalidad a la zafía imagen de la convivencia en Catalunya que difunde el PP y que rubrica el diputado Rivera en funciones de tertuliano en Intereconomía (por cierto, ¿es compatible?).
    La conferencia de Montilla debería ser un acicate para el PSC a mantener su apuesta por el federalismo en el primer plano de su propuesta política. Algunos han recelado de ella por considerarla oportunista pero el sorpresivo resultado de las elecciones le da a los socialistas la ocasión de profundizar en ella y de presentar el federalismo -como explica Joaquim Coll en sus artículos- no solo como una propuesta de organización territorial sino también de regeneración democrática. Ello requeriría solo dos matices: que el socialismo catalán empezara la regeneración por el propio partido y que mostrara el mismo respeto democrático por el independentismo que la que muestra por el autonomismo.

jueves, 29 de noviembre de 2012

Diego López Garrido, de IU a alto cargo de la OTAN

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La Republica.es





El que fuera portavoz de Defensa del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso, Diego López Garrido, ha sido elegido como vicepresidente del Grupo Especial Mediterráneo y Medio Oriente de la Asamblea Parlamentaria de la OTAN, que, tal y como andan las cosas por esa región, no parece poca cosa, con unas maniobras conjuntas de Estados Unidos e Israel.
López Garrido, que militó en Izquierda Unida y acusaba en su momento a Julio Anguita de “iluminado” y de no entender que IU tenía que ir de la mano del PSOE, de CC.OO y UGT, fue diputado por la coalición. Cuando terminó su trabajo de submarino del PSOE, inventó un partido llamado Nueva Izquierda con Cristina Almeida, Jeronimo Andreu y cia. Era el paso previo para entrar en el PSOE y poder ejercer ahora labores directivas en la Alianza Atlántica. Total, que López Garrido se ha hecho un Solana, por no olvidar a aquél otro que predicaba contra el ingreso de España en la OTAN y terminó siendo su secretario general, bombardeos incluidos en la ex Yugoslavia.

Mas-Junqueras, primer ’round’

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ALBERT SÁEZ


El Periódico








Cuenta Xabier Barrena en el diario que ayer Mas y Junqueras se zamparon unas espinacas en el Palau de la Generalitat. Ciertamente el president necesita la vitaminas que tomaba Popeye para salir del atolladero en el que se ha metido. Junquera salió impoluto del primer envite. Desde el domingo, CiU ha perdido potencia mediática para acechar a sus interlocutores. Hay rotativas muy potentes que ya trabajan por la sociovergencia y por un abrazo de la siempre campechana monarquía española. Pero el Twitter y las redes sociales -con Pujol padre a la cabeza- hacen ver como si las elecciones las hubieran precipitado los republicanos obligados a responsabilizarse de los resultados. Frente a la ignominia, el líder de ERC clavó el discurso: no entrarán el Govern, no impedirán la investidura, no olvidaran el referendo, no aceptarán los recortes “injustos”. La pelota de nuevo en el tejado de Mas a quien desde el 11-S se las devuelven todas. Mas pidió ayer un Govern fuerte que asuma simultáneamente la convocatoria de la consulta y los recortes por valor de 4.000 millones. ¿Cumple la oferta de Junqueras las condiciones de Mas? No lo sabemos, Mas mandó callar a sus voceros.
El sainete para la formación de Gobierno durará más cuanto más sorprendente sea su desenlace. Pujol necesitó semanas para pasar de ser un enano que debía hablar castellano entre la militancia del PP a conseguir que Aznar usara el catalán en la intimidad. Y los siempre criticados miembros del aparato del PSC necesitaron casi un mes para hacer president a un Maragall que se fue a dormir desolado el día de las elecciones pocas horas antes que los funcionarios aplaudieran a Mas en la plaza Sant Jaume aunque tardaría 7 años en volver. Junqueras ha aguantado el primer asalto de Mas. La partida solo ha hecho que empezar.

Primeros movimientos

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JOSÉ ANTICH



La Vanguardia





EL almuerzo que ayer mantuvieron el presidente de la Generalitat en funciones, Artur Mas, y el candidato de Esquerra a la Generalitat, líder de la segunda fuerza política en el nuevo Parlament, Oriol Junqueras, marca oficialmente la apertura de negociaciones para la confección del nuevo gobierno catalán bajo las premisas de Convergència i Unió: contactos oficiales con ERC y PSC para explorar la posibilidad de acuerdos para un gobierno fuerte y estable. No son, en ninguno de los dos casos, conversaciones fáciles ya que las posiciones son distantes y el primer trabajo del gobierno entrante deberá ser el de aprobar unos presupuestos con un recorte de 4.000 millones en el 2013. A medida que los tres partidos implicados en estas conversaciones van destilando sus planteamientos, el PSC parece mantener inalterable su posición inicial y -al menos formalmente- monolítica: pasar a la oposición, reorganizar sus mermadas fuerzas e iniciar desde la Cámara catalana un reencuentro con su electorado más de izquierdas y muy crítico con los ajustes presupuestarios que impone Bruselas para cumplir con el déficit público. Habrá que esperar, no obstante, al primer contacto Mas-Navarro. Esquerra, por su parte, que dice no querer entrar en el nuevo ejecutivo, sí que acepta, en cambio, votar la investidura y un compromiso público de estabilidad. La duda es, sobre todo, si dado que en este tipo de acuerdos es difícil la estabilidad incluso estando en el gobierno, se puede ser creíble estando fuera y con el panorama económico que hay por delante. Eso es lo que tendrá que garantizar Junqueras con algo más que palabras si quiere superar el escepticismo inicial. Si así fuera y el PSC no quisiera entrar en ninguna combinación de gobierno posible, abierta a un diálogo serio con el Gobierno de Madrid, un ejecutivo en solitario de CiU sería una fórmula arriesgada pero a lo mejor la única posible si se quieren evitar otras elecciones. Pero estamos sólo en el principio.

El futuro de la alianza soberanista

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El Punt/Avui





Una vez procesados ​​los resultados electorales por todas las formaciones, parece indiscutible que Cataluña tiene delante un periodo de especial complejidad para afrontar los principales retos que hay en el país: la crisis y el avance en un proceso por el derecho a decidir, que , paralelamente, forma parte de la solución de los graves problemas económicos actuales. Para más manipulación que se pueda hacer desde el españolismo, es indiscutible que el soberanismo ha avanzado en número de votos en Cataluña y que lo ha hecho superando el mito que eso era imposible cuando había una participación alta. El nuevo panorama nacional, por lo tanto, es más diverso pero al mismo tiempo está perfectamente enfocado hacia la celebración de una consulta para que la ciudadanía decida sobre la conveniencia o no de un estado propio.
La gestión de la cotidianidad, sin embargo, parece que será la parte más difícil de gestionar por las fuerzas políticas con más posibilidades, capacidad y legitimidad para hacerlo. A estas alturas, el cruce entre las necesidades sociales y nacionales haría previsible una alianza entre el partido ganador de las elecciones, CiU, y la principal fuerza de la oposición, ERC. Comparten en buena parte una misma agenda nacional y divergen en cuestiones importantes relacionadas con la política económica. Una alianza que ambas formaciones comenzarán a explorar de manera inminente, sin descartar otras aritméticas y estudiando diversas fórmulas y grados de colaboración. Sea como sea, es evidente que hay que garantizar los dos ejes fundamentales de la estabilidad en Cataluña, que son la gobernabilidad y el progreso hacia la consulta sobre el estado propio. Dos retos que serán difíciles para un catalanismo que es a la vez más fuerte y más diverso

El rescate bancario: préstamos a cambio de despidos

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ALBERTO MONTERO SOLER





Funds People


Ya tenemos aquí el tan esperado rescate bancario y, como no podía ser de otra forma, llega dando una nueva vuelta de tuerca sobre la economía española y, más concretamente, sobre los trabajadores del sector y sobre el conjunto de los contribuyentes.

Hasta ahora, la condicionalidad asociada al rescate, contenida de forma convenientemente difusa en el Memorándum de Entendimiento, había afectado al conjunto de la economía tanto por la vía de los ajustes asociados a la persecución draconiana de un equilibrio fiscal imposible como por la de las reformas estructurales centradas en el mercado de trabajo y destinadas a quebrar cualquier tipo de capacidad negociadora de los trabajadores. Una condicionalidad que se ha convertido en la línea directriz de una política económica que empuja de manera suicida a la economía española hacia un abismo sin fondo, tal y como acaban de poner de manifiesto las previsiones recién publicadas de la OCDE para el año 2013.

Pero en el Memorándum también se decía que el rescate tendría implicaciones sobre el sistema financiero y que éste debería verse sometido a un proceso de reestructuración. Dada la hipertrofia adquirida por el mismo durante su proceso de cebado de la burbuja inmobiliaria, esto era, hasta cierto punto, lógico y esperable. Nadie puede dudar de que era necesaria una reestructuración del sistema financiero que eliminara parte de su excedente de capacidad y lo readecuara a las necesidades de una economía en proceso de desapalancamiento.

Pero, claro, hay reestructuraciones y reestructuraciones y la que se nos ha impuesto es de las que, más que ayudar a una transición suave y a amortiguar sus costes sociales y personales, deja a los pies de los caballos a los trabajadores, convirtiéndolos en moneda de cambio de unos beneficios que difícilmente aparecerán en una economía en caída libre como es la española. Aunque eso no debe quitar el sueño a la Comisión que sabe que detrás de las instituciones rescatadas se encuentra el erario público y, por tanto, el dinero de todos los contribuyentes por si aquéllas no pueden devolver por sí mismas los fondos recibidos.

Y es que, si algo no debemos olvidar, es que los préstamos del presente son los recortes sociales del futuro; así de torcidos son los renglones con los que escribe la troika sus pactos mefistofélicos y sólo de esa forma puede calificarse la reestructuración llegada desde Bruselas en el día de ayer cargada de argumentos para la indignación. Veámoslos.

En primer lugar hay algo que, aunque pudiera parecer una cuestión meramente nominal, creo que no lo es. Hablamos de ayudas para instituciones nacionalizadas a las que se aporta fondos públicos directamente y a las que se respalda el monto del rescate con el dinero de nuestros impuestos y, sin embargo, sigue sin plantearse ningún tipo de participación pública activa en la gestión de las instituciones, no sólo por ejercer mínimamente el derecho de propiedad, sacrosanto en el capitalismo, sino para reconducir su actividad hacia la recuperación del crédito. Pues no, se les entrega el dinero de todos y se les permite que sigan con su negocio, que si no responden ya lo hará el resto de españoles por ellos.

En segundo lugar, nos encontramos con que tan sólo cuatro instituciones van a recibir, en total y de momento, una inyección de 67.000 millones de euros de ayudas públicas (37.000 millones aportados por Europa y 30.000 millones aportados por España, tal y como recoge el comunicado de prensa de la Comisión Europea), es decir, más del 6% del PIB español, mientras se recortan cada día derechos sociales que afectan al bienestar de todos nosotros porque, según nos dicen, no hay recursos para atenderlos.

Las preguntas, entonces, son claras: ¿por qué motivo estas instituciones deben ser rescatadas y no se podía permitir su quiebra y que fueran los accionistas y acreedores quienes cargaran con el coste de la mala gestión? ¿Es realmente sistémica Bankia como para que se le inyecten 36.000 millones de euros? ¿Cuánto de sistémicos tienen NovaGalicia o Catalunya Caixa para que nos cuesten 10.000 y 14.000 millones de euros, respectivamente? Y ya el colmo es el caso de Banco de Valencia que, en lugar de dejarlo quebrar, se lo sanea completamente con dinero público por valor de 7.000 millones de euros y se vende a CaixaBank por 1 euro. Ahora que cada cual piense lo que quiera de la operación.

Si ninguna de las entidades rescatadas tenía carácter sistémico, ¿qué podría justificar entonces que no se les dejara quebrar? Eso nos lleva al tercer argumento para la indignación. La única razón que podría esgrimir el gobierno para legitimar el rescate sería su voluntad de proteger los puestos de trabajo del sector intentando que la reestructuración fuera lo menos traumática posible. Pero tampoco es el caso. Lo que acaba de hacer Bruselas con la aquiescencia del gobierno, que es quien avala los planes de reestructuración de cada entidad, es cortar por lo sano y facilitar que las empresas traten de conseguir beneficios por la vía de despedir masivamente trabajadores. Es decir, nuevamente el empleo se convierte en la variable de ajuste del sistema, su única vía para recomponer la tasa de ganancia.

¿Qué más da si para conseguir beneficios Bankia tiene que despedir a 6000 personas o NovaGalicia a 2500? ¿Por qué no probamos a hacer los números del rescate sobre otros parámetros y dividimos los 1.000 millones de euros aprobados para Bankia en el plan de rescate entre los 6000 despedidos? El resultado no puede dejar indiferente a nadie: por cada despido Bankia recibirá de Bruselas 3 millones de euros (casi 1.000 millones de las futuras pesetas) que es, paradójicamente, casi la misma cantidad que se llevó Miguel Blesa al abandonar Caja Madrid (2,7 millones de euros). Ahora, si lo deseamos, podemos devolver el análisis a los parámetros financieros convencionales y relacionar las ayudas con los ratios de capital y las provisiones o podemos, por el contrario, preguntarnos cuánto, de esos tres millones de euros por despido, se destinará a pagar la respectiva indemnización de cada trabajador. ¿Correrán todos ellos la misma suerte que Blesa? Un Blesa que, para más inri, se enorgullecía en su comparecencia parlamentaria de haber multiplicado el balance del banco por seis como si eso no tuviera nada que ver con la quiebra de la institución, como si el incremento de cantidad no tuviera ningún tipo de relación con la calidad.

Eso sí, en cualquier caso que sepan esos trabajadores que serán inmolados por una causa superior y que, por tanto, “su sacrificio no será baldío”, como ha declarado Goirigolzarri, porque sus despidos se harán en aras de una “auténtica refundación” del banco nacionalizado. Ofrecer un consuelo de esa naturaleza a 6.000 trabajadores a punto de ser despedidos es de una inmoralidad que raya en lo obsceno.

Y, para concluir, hay algo que todos deberíamos tener meridianamente claro: nada garantiza que con estas reformas se puedan obtener beneficios o, si lo prefieren lo digo en roman paladino, lo más probable es que todas estas ayudas tengan que ser devueltas con el dinero de los contribuyentes. Y es que con las limitaciones a las que se ha sometido a las instituciones rescatadas tanto en términos de negocio (centrado en las pymes y particulares cuya situación financiera es de todos conocida), como geográficas (lo cual no deja de ser sorprendente: Bruselas ha restringido el derecho de establecimiento a nivel autonómico para estas cuatro entidades. ¿Podría salir alguien de este gobierno a explicarlo, por favor?) o para la captación de financiación, mucho tendría que cambiar la coyuntura económica para que las entidades pudieran generar los beneficios necesarios para cubrir el monto del rescate. Así que, por lo que pueda pasar, vayan pensando que de aquí a unos años la factura de estas “ayudas” la tendremos sobre la mesa para digerirla entre todos. Y, si no, al tiempo.



Alberto Montero Soler (@amonterosoler) es profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga y presidente de la Fundación CEPS. Acaba de publicar junto a Juan Pablo Mateo el libro "Las finanzas y la crisis del euro: colapso de la Eurozona", en Editorial Popular. Puedes leer otros textos suyos en su blog La Otra Economía.